¿Y ahora qué? Es evidente que la química no era casualidad, porque todavía la tenían en abundancia. Y la pregunta era, ¿Qué iban hacer al respecto?
Miley saco el apretado triangulo, asegurándose de que las bolas estaban al ras, a continuación puso distancia.
— Comienza. — le dijo a Chase, que felizmente ignoraba lo cerca que estuvo de cantar como soprano unos minutos antes. Wade regreso de la barra y estaba esperando, con el taco en mano. Chase golpeo las bolas pero no metió ninguna, dejando la mesa muy abierta. Nick agito la mano para que Miley jugara y ella le dio una sonrisa.
— No te importa, si empiezo. — dijo ella, con la tiza azul en la punta del taco. Se acercó a la mesa, rodeándola echando un vistazo a varia opciones de disparo.
— Porque no golpeas la bola uno, cariño. — le pregunto Wade con una sonrisa condescendiente. — Está a la derecha del hoyo, recta y justa. Solo golpéala suavemente.
— Gracias Wade. — murmuro ella, sin ni siquiera echarle un vistazo. Miley se dobló, alineando el tiro largo a la bola siete, tomando dos medidas de golpe de práctica antes de golpear la bola limpiamente en el hoyo con un chasquido.
Nick observaba fascinado, como Miley merodeaba el perímetro de la mesa, golpeando las bolas en el hoyo en rápida sucesión. Su mirada era tan concentrada que no se daba cuenta de la pequeña multitud que se había congregado. No era común que una hermosa mujer entrara y se hiciera dueña de la mesa de esa manera. Cuando se inclinó su escote bronceado lo llamo como si fuera una sirena. En combinación con las piernas, la concentración de una mente de un competidor natural y la confianza que irradiaba, era la mujer más sexy que jamás había visto.
— La bola cuatro, en el hoyo. — ella anuncio. Él se le quedo mirando, mientras ella se inclinaba de nuevo con el ceño fruncido por la intensa concentración, sus ojos brillaban de inteligencia como si estuviera haciendo un trabajo de geometría. Chasquido.
— Bola dos en el costado. — chasquido.
— Bola ocho. La voy a meter en la esquina. — ella anuncio, señalando la localización. Ella se agacho y tomo una respiración profunda, mientras Nick aguantaba la suya. Él no había tocado el taco. De hecho ninguno de los hombres había dado un tiro a excepción de Chase cuando empezó. Miley estaba a una bola de ganar.
Chasquido.
Ella lo hizo. Gano el maldito juego entero.
Docenas de espectadores, en la mayoría hombres, estallaron en gritos y aplausos cuando Miley levanto la vista. Ella sonrío y asintió las gracias. A continuación, se dio la vuelta para hacer frente a sus oponentes y dijo fríamente.
— Buen juego chicos. — deslizo el taco en el soporte de la pared y tomo su bebida de la mesa. Le tomo toda su fuerza a Nick no estallar en carcajadas por sus bocas abiertas.
Ella tomo un largo sorbo y miro en su dirección.
— Buenos tiros, Grace. — dijo el arrastrando las palabras.
— Gracias Thomson deberías de verme con la pistola. — respondió ella con una sonrisa.
— Yo paso. Vamos por unos tragos, me gustaría encontrar un lugar tranquilo para que podamos hablar. Tengo que decirte que me sorprendió que no regresaras a trabajar. — Él dijo, la pregunta no formulada flotaba en el aire entre ellos.
— No quiero hablar de ello. Y en salir contigo. No lo creo.
Nick intento hacer caso omiso de la decepción que sintió por su respuesta. Ella acababa de pasar por una experiencia difícil y probablemente, solo quería ir a casa. Y de todos modos. ¿Por qué iba querer pasar el rato con un ex convicto que apenas si conocía?
Pero él no estaba dispuesto a dejarla ir. Había tratado de olvidarla después de que había salido de la prisión, había tratado de volver a ser el viejo Jake, de camino al maldito a West Chester. Pero cada mujer con la que dormía era una decepción. Ahora que Miley estaba delante de él, sabía por qué. Él estaba obsesionado. Tenía que tratar de sacarla de su sistema.
Sin embargo, él dijo la cosa más honorablemente correcta, junto las manos con las suyas.
— Entiendo, escucha, si necesitas un aventón a casa, te puedo llevar. Si no es así, fue realmente bonito verte.
— Nick, yo
— No hay problema lo entiendo.
— No creo que tú lo entiendas. — le dijo con voz firme acercándose a él. El paso saliva, tratando de no gemir cuando los senos de ella se frotaron con su pecho y sus muslos se tocaron.
— No quiero quedarme aquí para otra copa. Quiero ir a casa contigo. Solo necesito saber si es tan bueno como lo he soñado. No quiero nada de ti, sin condiciones, solo una noche. Ni siquiera tienes que hacerme el desayuno. Yo me iré a las seis a.m. ¿Qué dices?
Fingiendo una bravuconada que no sentía, Miley espero, todo su mundo estaba pendiente de su respuesta. Ella se presentaba para él, ser ella misma, lo más abierta que pudo ser. Creía que nunca lo volvería hacer si la rechazaba.
Nick encontró su mirada en la penumbra y con voz peligrosamente suave. — Grace, lo que estamos haciendo con esta charla es quitando tiempo. Ahora tengo — vio su reloj. — Cinco horas y veintitrés minutos. Vámonos a la mierda de aquí.
Miley casi lloro de alivio. Al mismo tiempo, un poder se elevó por sus venas que nunca había conocido. Ella le sonrío y se volvió moviendo un poco más las caderas cuando lo guío a la puerta.
La casa de Nick estaba a quince minutos de distancia. Miley lo había seguido en su coche para que pudiera irse en la mañana. Se detuvo en la calle mientras Nick se estacionaba en su garaje y tuvo tiempo de poner un par de cosas en su bolsa de mano y en el bolsillo trasero de su falda y le mando un mensaje a Emily para hacerle saber que se había ido. Mientras esperaba a que Nick cerrara el garaje, los nervios la asaltaron. ¿Y si se decepcionaba de ella? ¿Y si eran horribles juntos? ¿Que había estado pensando ella?
Nick salio y camino para abrirle la puerta. La última oportunidad de volver atrás. Él la saco del coche y la tomó en sus brazos y le dio un ardiente beso en la boca. En el momento que la dejo ir, ella estaba mareada y todos sus pensamientos se escaparon.
Esto iba a suceder.
Caminaron a través de la gran casa de Jake hasta la habitación, y se pusieron enfrente como dos vaqueros a punto de disparar.
Miley cerro los ojos por un momento y tomo una respiración para tener valor. Si ella iba hacer esto, lo haría bien.
Camino hacia adelante hasta que se paró frente a Nick. Él estaba de pie frente a un gran sillón, ella se acercó y puso las manos en sus hombros, presionándolo hasta que se sentó.
— Te gusta dar espectáculos, Nick. ¿Te gusta también verlos?
La garganta de Nick paso saliva con trabajo y asintió. — Demonios que si. — el gruño.
Mickey metió la mano en su bolsillo trasero y saco las esposas y se la puso sobre las muñecas con movimiento rápido. Él la miro con una expresión de sorpresa, que rápidamente dio paso a una sonrisa.
— Bien, bien Grace. ¿Soy tu prisionero otra vez? —le dijo en voz baja que la hizo estremecer.
— Eso parece, Thompson.
Al día siguiente de haber dejado la cárcel Miley fue a regresar su equipo de repuesto, estuvo sentada en el estacionamiento, llena de temor de volver a entrar en el edificio. Así que como un acto final de desafío, decidió quedarse con la porra y las esposas. Todavía estaban en la guantera hasta hace algunos minutos y traviesos pensamientos le hicieron tomarlas y llevarlas consigo.
Miley respiro hondo y dio un paso atrás, pasando sus manos por su cuerpo. Se detuvo en sus pechos, después por sus caderas y poco a poco rozo sus piernas, temblorosas como ella.
Movió sus manos hacia arriba y tomo el dobladillo de su camiseta y comenzó a levantarla.
Nick dejó escapar un silbido de apreciación cuando vio los pechos a la vista con su sostén de encaje. Llenos y firmes, eran como él se los había imaginado y no podía esperar a poner sus manos ahí. Jesús, estaba hecha como una estrella de los cincuentas, buenas curvas y pequeña cintura.
— Tú vas a tener que abrir las esposas ahora. — le dijo con las manos adoloridas por tocarla.
— ¿Quién me va obligar a hacerlo? — le pregunto ella, tanto con una sonrisa, con un desafío en la voz.
Sus manos llegaron a la cintura de la falda y la desabotono, puso su mano en la cremallera para bajarla pero se detuvo. — Me voy a quitar mi falda ahora Jake. ¿Quieres ver mi frente o mi espalda primero?
— La espalda, date la vuelta. He soñado con tu culo.
Miley se volvió, su cuerpo temblaba de emoción. Realmente lo estaba haciendo. Estaba siendo ella misma y parecía que él aún la deseaba. De hecho, parecía que la deseaba más aún. Se quitó los zapatos y lo miro por encima de su hombro, mientras se deslizaba la tela por su culo, después por sus piernas y salió con gracia de la falda y la pateo a un lado.
La polla de Nick creció más dura debajo de sus pantalones mientras la miraba. Ella estaba erguida y orgullosa en un pequeño bikini que cubría una pequeña parte de sus deliciosas nalgas. Sus dientes le dolían, tan fuerte era la necesidad de hundirse en su culo. Lucho contra las esposa antes de tomar una respiración profunda, estremeciéndose.
— Camina hacia atrás, Grace. — le ordeno.
Ella lo hizo, se deslizo hasta que sus pantorrillas desnudas rozaron las piernas de él. Miley se quedó inmóvil y él se acercó, sintió su aliento en la parte baja de la espalda. El apretó un beso húmedo allí y ella suspiro de placer, como su lengua se movía tranquilamente a lo largo de su espalda y de cadera a cadera.
Sus labios bajaron y bajaron. Ella jadeo cuando sus dientes se hundieron en su carne y la mordió abruptamente en su parte inferior. Trato de alejarse, pero se detuvo cuando su lengua pasó por la parte herida.
— Mmm... — Él se retorcía más cerca de él. Electricidad corrió por su cuerpo cuando él la volvió a morder, besar y chupar, calmándola. Mickey estaba ardiendo, con la esperanza de que el la volviera a morder, sacudió su culo delante de su cara para seducirlo.
Nick se recargo y miro fijamente, hipnotizado las caderas de ella balanceándose enfrente de él. Que afortunado hijo de puta era. Este espectáculo se quedaría en sus retinas para la eternidad y si había tenido que pasar un mes entero en se maldito lugar para conocer a Miley, había valido la pena.
Miley se volteo para enfrentarlo y sus ojos se encontraron por un momento, antes de permitirse mirarla a la deriva por sus curvas.
— El sujetador ahora, Quítate el sujetador. — insistió.
Ella alcanzo sus pechos y se desabrocho, las copas se abrieron y sus pechos surgieron regordetes y derramados hacia adelante.
Su cuello era largo y elegante, sus hombros delicados pero fuertes.
Todo era hermoso realmente. Sin embargo sus tetas{o sus tetas. Grandes y lucían más en comparación de su pequeña cintura. Eran absolutamente fabulosas. Redondas y firmes, eran las que toda chica deseaba y por las que todos los hombres fantaseaban. Nick no había visto nada más hermoso en su vida. Coquetos, oscuros pezones se destacaron de la ligeramente dorada piel. ¿Tenían cinco horas? Nick podría pasar ese tiempo solo con sus pechos.
— ¿Por qué ocultabas todo esto? — pregunto más para sí mismo que a ella, sabiendo que no contestaría.
El aparto la mirada para seguir viendo el resto de su cuerpo, vientre plano y liso, bellas caderas curveadas. El haría su mejor esfuerzo con tal de liberarse de las esposas en este momento, para poder tomar esas caderas e impulsarla arriba y abajo sobre su adolorido pene hasta que ambos explotaran.
Siguió su mirada hacia abajo y vio el triángulo de seda color melocotón y sus piernas largas, suaves hasta los pies. Ella era una belleza en forma. Maldita fuera esta mujer hasta sus pies eran sexy.
Miley observaba como su cara se ponía tensa a cada segundo, su respiración más difícil. Era evidente que le gustaba lo que veía y el sentimiento de poder se deslizo sobre de ella otra vez, volviéndola más fuerte. Deslizo su mano en sus bragas y las bajo por sus piernas, poco a poco se las quito.
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