Luego empezó a firmar los papeles mientras ella se quedaba atontada de nuevo.
¿Nick Jonas la deseaba? Aquello era una tontería. Una broma de Franki, sin duda otro ejemplo de su desagradable sentido del humor.
El calor la estaba sofocando y, con el sudor, la blusa se le pegaba al cuerpo. Se quitó la chaqueta y respiró profundamente. Dos millones de libras... Deseó ponerse a reír como una histérica. Era tan ridículo...
-Ya sabes que casarse es muy caro -murmuró Franki, observándola con ojos fascinados cuando la chaqueta se le escurrió entre los dedos y cayó al suelo-. ¿Por qué no reconsideras mi oferta? Nadie más lo sabrá. No publicaría las fotos. Sería tu secreto... y el mío.
Cuando Miley intentó enfocarlo con la mirada, de repente hubo una conmoción detrás de los focos. Una retahila de palabrotas en italiano le retumbó en los oídos. Un puño golpeó a Franki en el hombro, lo suficientemente fuerte como para hacerlo caer hacia atrás y, de repente, Nick apareció a la luz, insultando y golpeando a su hermano en el hombro hasta obligarle a retroceder. Era como un boxeador jugando con un adversario más débil.
Muy pálido, Franki se escondió detrás de Miley.
-¡Dío... páralo antes de que mate a alguien!
Miley abrió mucho los ojos por la sorpresa y porque no comprendía nada.
-¡Me avergüenzo de ti! -rugió Nick-. ¡Por una apuesta, por una asquerosa apuesta. ¡Ella está que no controla! ¡Ni siquiera sabe qué día es hoy!
-Pero está mucho más a salvo conmigo que contigo -respondió Franki-. Y ¿por qué no se lo iba a pedir?
-¡Sal de mi vista, cerdo! Tienes suerte de que no tenga ganas de ensuciarme las manos.
-Sólo le he hecho una oferta.
-Entonces, ¿por qué se ha quitado la chaqueta?
-¡Se la ha quitado ella sola! ¡Te lo juro! ¡Lleva más ropa encima que Scott en la Antártida! ¿Es qué, no se pueden hacer bromas aquí? Lo siento, Miley -dijo Franki nerviosamente-. No sabía lo de tu ruptura, pero ahora ya no hay moros en la costa y yo podría pagarte esos dos millones, ni un penique menos.
Luego Franki se alejó de allí y desapareció tras las luces.
-¿Qué demonios te crees que haces viniendo aquí a ponerte en esta situación? -le preguntó entonces Nick, furioso.
Miley se dio cuenta de que ahora era su turno.
-¿No te dije que te fueras a echar un rato? ¡Podías haberte caído bajo un autobús o algo así! Cuando supe que habías vuelto a salir, no me lo pude creer.
-Había que... firmar unos papeles...
-Entonces, ¿por qué te has quitado la chaqueta?
-Tenía calor.
Nick se inclinó y recogió la prenda.
-Dío... Debería habérmelo imaginado. Una mujer que lleva las faldas por debajo de la rodilla y que va tapada por completo en mitad del verano, es de lo más difícil que se desnude delante de una cámara. Eres demasiado púdica.
Miley se quedó rígida de repente y la ira se apoderó de ella.
-¡Yo no soy púdica!
Nick se quedó muy quieto.
-Así que tienes todo un temperamento... -dijo como si acabara de hacer un gran descubrimiento.
-No me subestimes.
-Estaba preocupado por ti. Ya ves, mi desagradable hermano menor se hizo una apuesta conmigo hace seis meses...
-¿Una apuesta? -le preguntó Miley con el ceño fruncido.
-Se apostó conmigo cincuenta mil libras a que conseguía que posaras desnuda para él.
Miley se estremeció.
-Nunca pensé que habría la menor posibilidad de que aceptaras. No eres de esa clase. Era una especie de broma, Miley. A Franki le encantan las bromas, pero a veces, como hoy, las lleva demasiado lejos.
-He hecho la tonta -dijo ella amargamente y sin levantar la vista del suelo.
-No. Has tenido un día muy duro, eso es todo. Me parece que realmente amabas a ese cerdo-dijo Nick cuando la vio estremecerse.
Luego ella metió los brazos en las mangas de la chaqueta que él la ofrecía.
-¿Qué era eso de los dos millones? -le preguntó ella mientras se sacaba el cabello del cuello de la chaqueta.
-Tienes un cabello precioso. Siempre quise vértelo suelto. No te atrevas a cortártelo nunca.
-Franki dijo... dijo que pagarías dos millones de libras por una noche conmigo.
Las facciones de Nick se endurecieron.
-Estás más bebida de lo que pensaba. Voy a darle de puñetazos a Franki.
-Sólo estaba bromeando.
-No, no lo estaba -dijo él mientras salían de allí.
-¿De... de verdad?
-¿Te crees que estaría aquí si no fuera cierto?
-Estabas tan amable esta tarde...
-Y ¿no lo habría estado si no hubiera tenido un propósito oculto?
-No.
Salieron del edificio, donde los estaba esperando el chófer de él con el coche. Una vez dentro, ella le preguntó:
-¿Por qué no...? Bueno, nunca me lo demostraste...
-Miley, yo no soy un adolescente enamoradizo. Te encuentro físicamente muy atractiva. Eso es química.
-Sexo.
-Bueno, pues sexo.
-Tú piensas que soy muy inocente -murmuró ella tratando de controlar el torbellino interior que la volvía a atacar.
-No... y no creo que este sea el momento para esta conversación.
-Yo ya no creo en el amor.
-¿No te gustaría emborracharte del todo y tener una buena y larga noche de sueño?
-Mucho, mucho -susurró ella dolorosamente.
-Realmente no sabía que tus sentimientos fueran tan profundos -dijo él riéndose con cierta amargura.
Ella no mostró sus sentimientos. Eso lo había aprendido de pequeña. Pero ese día la habían sacado brutalmente de su caparazón.
-¿Cómo lo sabes?
-Yo creía que, de lo que estabas enamorada realmente, era de todo lo que rodeaba al papel de la novia... Para no mencionar la elección del papel de la casa, la ropa de la cama, las cortinas y las invitaciones de boda -dijo Nick sardónicamente.
-Quería un hogar que fuera realmente mío. Es fácil reírse de ello cuando has tenido uno siempre, Nick -le dijo ella mirándolo enfadada-. Por cierto, ni siquiera te he preguntado a dónde vamos.
-Estás a salvo conmigo. Esta noche no tienes que pensar por ti misma.
Ella cerró los ojos. El único hombre en el mundo en que nunca habría confiado y, de repente, supo instintivamente que podía hacerlo. Nick Jonas, el protector. Podría haberse reído ante esa idea, pero, en vez de eso, se quedó dormida.
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