lunes, 11 de junio de 2012

El Regreso cap 16 Happy Niley Day

Al verlo en la biblioteca, se quedó en el qui­cio de la puerta, agotada, intentando recobrar el aliento.
-Fuera -le dijo él no muy convencido.
-No me voy a ir hasta que me dejes defenderme.
-¿Defenderte? ¿A quién pretendes engañar? ¿Te crees que no sé que todo el mundo, menos yo, sabía que habías tenido una aventura?
-¡Nunca he tenido una aventura! –protestó furiosa.
-Ahora entiendo por qué Joe no te llevó a Brasil. Ahora entiendo por qué te quitaste mi apellido y te escondiste. Estabas avergonzada...
-¡No, simplemente estaba harta de tu familia y de todo aquel estúpido embrollo en el que me había metido! Cuando la prensa dijo que yo era la mujer de la fotografía, me tuve que enfrentar a una decisión muy difícil -contestó ella deses­perada entrando en la estancia- Si decía la ver­dad, que aquella mujer era Ashly, destrozaría su matrimonio, así que ella me pidió que no ha­blara... .
-Dime, ¿cuánto tiempo has tardado en inven­tarte todo este cuento en el que tú eres la única víctima y todos los miembros de mi familia son de lo más malvados? -le espetó él.
-Ashly me advirtió que sería culpa mía si su romance con Mark salía a la luz y, en cierta forma, tenía razón -admitió Miley.
-¿ Qué quieres decir?
-¡ Que no habría habido historia si aquel fotógrafo no hubiera creído que la mujer que es­taba besando a Mark era yo! Yo era la elegida para saltar a la fama por ser la mujer de un fa­moso banquero cuya desaparición había levan­tado un increíble revuelo. ¡ Eso era lo que me hacía blanco de la prensa y lo que hacía que mi supuesta infidelidad fuera noticia!
-¿No pretenderás que me crea que alguien tan remilgado como tú se dejara tachar de adúl­tera por el bien de Ashly? -preguntó Nick pasando con grandes zancadas junto a ella hacia la escalera.
-¡Muy bien, lo que hice fue una gran estupi­dez, pero deberías conocerme mejor! -contestó Miley corriendo tras él - Creía que habías muerto. ¡ Ya tenía yo bastante con lo mío como para, además, hacer que Ashly perdiera a Joe!
-¡Basta ya! -exclamó Nick deteniéndose con los puños apretados - ¿Es que no tienes dignidad?
-¿ Te he mentido alguna vez?
Se miraron. El ambiente estaba tenso. Miley vio en los ojos de Nick el terrible dolor que él intentaba ocultar.
Miley se estremeció. Vio que, por fin, había dicho algo que le había llegado dentro, algo que estaba considerando.
Reinaba el más profundo de los silencios.
 -Nunca tuviste ningún motivo para mentirme -contestó él con ferocidad.
Miley se deshinchó como si la hubiera pe­gado. Sintió que perdía el color.
-y tú nunca te has fiado de mí -murmuró sorprendida ante el descubrimiento-. Evidente­mente, nunca has confiado en mí. ¿Qué he he­cho yo para merecer eso? -Nick no con­testó-. Hace cinco años me lo escondías todo - dijo ella dolida - No tenía ni idea de que no te gustaba Mark. Nunca supe, hasta ahora con lo que me estaba enfrentando continuó con un nudo en la garganta No tengo ninguna prueba de mi inocencia así que supongo que se acabó, ¿ verdad? preguntó alejándose por el pasillo hacia su dormitorio..
-¿Qué quieres decir? ¿Cómo que se acabó? -se apresuró Nick agarrándola de la mu­ñeca.
-¿Pues qué va a ser? -contestó Miley soltán­dose con un movimiento brusco Tenía el men­tón levantado a pesar de que temblaba como una hoja y las lágrimas le rodaban por las meji­llas.
-¡No permitiré que me dejes!
-Pero... -protestó. Había creído que era él quien daba todo por terminado..
-Si me dices la verdad, intentaré olvidarme de todo esto. –propuso Nick Miley no con­testó-. La verdad -insistió Nick..
-No me creerías.
-Podría creer que no llegaste a acostarte con él -concedió él entre dientes malinterpretando lo que había dicho Miley
-No. sabes qué creer, ¿verdad? Muy bien. Lo único que yo puedo hacer es contarte el resto de la historia. Ashly y yo. Estuvimos hablando. De esto en Londres. Me advirtió que estaba dis­puesta a mentir para protegerse... y Mark solo dirá la verdad a cambio de dinero.
-¿Cómo?
-Me dijo que se pondría de parte de Ashly y mentiría- igual si no le daba dinero. Mark me está chantajeando, Nick -explicó Miley.
Miley entró en la habitación y cerró la puerta antes de que él la siguiera. Se sintió mejor en mitad de todo aquel horror. Por fin, le había contado la verdad completa. Dos minutos des­pués, se dio cuenta de su error. No debería haber hablado nunca del chantaje. ¡Era lo que faltaba para convencer a Nick de su culpabilidad!

Miley se quedó escuchando el silencio. Nick no entró en la habitación.
Completamente mareada y débil, se arro­jó en la cama y estuvo llorando hasta que se quedó sin lágrimas. Exhausta y acalorada, se quedó allí intentando dilucidar qué hacer.
¿Debía sentirse halagada por que Nick la quisiera tanto que estuviera dispuesto a olvidar una infidelidad? Lo que sí le había quedado claro era lo poco que había conocido a su ma­rido antes de su desaparición. ¿Nick celoso de Mark? Era como si nunca hubiera estado muy seguro de que Miley lo quisiera. ¿Por qué?
Mientras intentaba encontrar una respuesta y luchaba para no rastrear la casa entera para ver si él seguía allí, se quedó dormida. Cuando abrió los ojos, la habitación estaba en penumbra y se le había pasado aquel extraño mareo. Se dio la vuelta y se sorprendió de lo que vio.
Nick estaba sentado junto a ella. Estaba en una silla, con la camisa abierta y la corbata desanudada. Vio que tenía un vaso de brandy en las manos y que la miraba intensamente.
-¿Qué? -preguntó nerviosa.
Nick suspiró y se echó hacia atrás. -Quiero oír eso del chantaje.
Miley se quedó pálida.
-Le... le di el dinero.
-¿ Qué? -rugió como un león.
Miley tragó saliva y se sentó.
-Me amenazó con ponerse del de Ashly. ¿Qué iba a hacer? ¿ Cómo habrías reaccionado si te hubieran ido con esa historia nada más llegar? Quería tener tiempo para estar contigo... no quería que todo se estropeara...
-¿ Te das cuenta de que te estás hundiendo tú sola cada vez que abres la boca?
-Pero te estoy diciendo la verdad -insistió Miley-. Tenía miedo del daño que nos podía ha­cer Mark si se aliaba con Ashly, así que le di todo el dinero que tenía en el banco...
-¿Cuánto? -murmuró sentándose en el borde de la cama.
Tras morderse el labio, se rindió.
-Creí que nuestro matrimonio lo valía.
-Es una excusa muy original para ceder ante un chantajista. Te pidió el dinero el mismo día que venías aquí, ¿verdad? -Miley asintió-. ¡Bastardo!
-Lo siento... ¡Siento todo esto! -sollozó Miley hundiendo la cara entre las almohadas.
-Consuélate pensando que, cuando haya aclarado todo esto, va a haber algunos que lo van a sentir más que tú -continuó Nick ha­ciéndole más preguntas sobre Mark. Miley sabía el número de su móvil, pero no tenía su direc­ción ni sabía exactamente dónde estaba la finca donde trabajaba.
-Nunca me acosté con Mark -dijo al oír que se levantaba- Nunca habría podido acostarme con nadie que no fueras tú.
-Eso no parece muy cierto, cara mía. Tal y como me recibiste, con el episodio del vodka y todo eso, lo único que puedo pensar es que te sentías culpable.
-Muy bien... piensa eso si quieres -contestó ella con rencor- Piensa que soy culpable. Sin­ceramente, me parece que ya he pagado bas­tante por algo que no he hecho! – Nick no contestó. Se limitó a quitarse la camisa y a desabrocharse los pantalones  - ¿Qué estás ha­ciendo?
-Desvestirme para meterme en la cama...
  -¡No pienses que vas a dormir conmigo! -ar­guyó Miley, atónita - No te crees lo que te digo de Mark, así que ya te puedes ir buscando otro sitio para dormir - Nick terminó de desves­tirse. Miley recapacitó y recordó que, años atrás, dormir separados los había alejado terrible­mente- Bueno, puedes dormir aquí.
-Grazie.
-Entonces, ¿no has pensado en divorciarte de mí? -le preguntó ya con las luces apagadas.
-No, pero probablemente tu vida va a ser un infierno hasta que logre aclarar todo esto.
-¿Me estás amenazando?
-Te estoy advirtiendo.
Miley lloró en la oscuridad. No la creía. No iba a creer nunca que no lo había traicionado con Mark.
De repente, sintió las manos de Nick en la cintura.
-Te sigo deseando, cara.
-Pero...
-Tú también me deseas. Puede que el amor fuese falso, pero el sexo es real -aquello le do­lió terriblemente, pero se dio cuenta de que él estaba horriblemente herido también por todo lo ocurrido y se culpó por ello. Se sentía tan desdi­chada que no creyó que pudiera responder. Para su sorpresa, su cuerpo reaccionó con una inten­sidad desconocida cuando él la besó-. Eres mi mujer...
La escalada de deseo fue en aumento hasta que, de repente, Nick se apartó, masculló algo en italiano y se fue al baño. Miley se encon­tró sentada en la cama, encendió la luz y oyó la ducha.
Se puso la bata y se sentó en la silla que antes ocupara él. Minutos después, Nick salió del baño con una toalla enrollada en la cintura.
-Lo siento. Creía que iba a poder hacer como si nada, pero no puedo. No puedo hacerte el amor con esta furia que llevo dentro. Podría he­rirte -dijo sin mirarla yendo hacia el vestidor.
Miley lo oyó abrir cajones y hablar por telé­fono en italiano. Aquello era el fin. Eran las once de la noche. Se había ido de la cama y se estaba vistiendo.
Se levantó y fue hacia la puerta del vestidor, pero se paró porque él seguía hablando por telé­fono. Volvió a la habitación. Había dicho toda la verdad y él no la había creído, pero había ocultado magistralmente su dolor. Se dio cuenta, queriéndolo más que nunca, de que lo estaba pasando todavía peor que ella.
-Me voy a Londres... -anunció al salir del vestidor.
-Déjame ir contigo... por favor -le rogó.
-Necesito tiempo. Es mejor que no vengas conmigo. Necesito estar solo.
-Como Greta Garbo... -murmuró sin poder evitarlo.
-¡Accidenti! ¿Te crees que estoy huyendo? -dijo furioso-. Me voy por tu bien. Si me que­dara, seguramente destruiría lo que tenemos y no quiero que eso suceda, así que dame tiempo.
Miley asintió y miró hacia otro lado.
-Te quiero...
-Pues no lo parece -se hizo un terrible silencio-. He comprado otra casa de campo en In­glaterra... era una sorpresa. Puedes irte allí.
-Tú te vas a la casa de la ciudad -asumió ella sintiéndose como si le dieran una patada. Aquello era una separación en toda regla.
-No, me voy a un piso que tiene el banco. - Mucho después de que Nick se hubiera
ido, Miley seguía sentada en la habitación. Se sentía vacía. ¿Sería aquello el final de la etapa de transición de la que le había hablado el con­sejero?
Recapacitó y se dio cuenta de que, si fuera Nick, se mostraría igual de furiosa e incrédula.

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