jueves, 10 de noviembre de 2011

Una deuda de Amor cap- 31

-¿Problemas?
-Regalos de boda, invitaciones que nos han mandado a los dos...
Nick cerró la puerta y se apoyó contra ella cuadrando los hombros.
-Venga, dame esa terrible noticia. No me tengas en ascuas más.
Miley lo miró trágicamente, cansada de tantas emociones, del viaje y la presión de las últimas semanas.
-Ojalá no hubiera sido tan tonta de permitir que pensaras lo que pensaste. Sabes, ni siquiera estaba tomando la píldora -admitió nerviosa, y esperó que Nick sacara la conclusión lógica.
Nick la miró intensamente.
-¿Qué tiene eso que ver...?
      Miley se sintió desfallecer y se tambaleó ligeramente.
-¡Te has puesto pálida! -exclamó Nick dando un paso adelante y sujetándola con cuidado para hacerla sentarse en el sofá.
-Estoy embarazada -dijo Miley sin expresión, mientras él se ponía a su lado.
-Embarazada -repitió, como si nunca hubiese oído la palabra antes.
-La noche en que Jasper tuvo el infarto -le recordó Miley en un susurro, esperando su reacción.
-Estás embarazada -los ojos de Nick relucieron -. De repente me siento casi mareado -dijo tembloroso-. Tienes a mi bebé ahí dentro.
-Después de una noche solamente -suspiró Miley, mirándose las manos entrelazadas en el regazo. Nick le separó las manos para entrelazarle las suyas.
-Dio ... sólo esa vez, cara mia -dijo con un tono muy extraño.
-Estás disgustado. No te culpo. Todas las otras veces tomaste precauciones... -se quedó callada con evidente vergüenza.
-Está claro que el destino ha intervenido aquí -con una alegría que sólo podía ser para que ella no se sintiera ofendida, pensó Miley-. Está claro que no estás mirando el lado positivo. Al fin y al cabo, estamos casados, aunque nadie lo diría, al ver que no llevas anillos -reclamó, suave como la seda.
-Me los quité en cuanto me despedí de Jasper. Pensé que nuestro matrimonio tenía que permanecer en secreto -explicó, perpleja ante el giro que había dado la conversación y esperando que en cualquier momento explotara.
Nick se levantó de un salto y la tomó de los brazos.
-Estás cansada, tienes que acostarte.
-Tenemos que hablar de esto ahora.
-Cuando estés más cómoda.
La llevó arriba, a su dormitorio y la hizo sentarse en la magnífica cama con dosel.
-No has dicho nada de lo que pensaba que dirías. Tienes un autocontrol impresionante -dijo Miley tristemente.
-Perdón por decírtelo, pero tu mente funciona tan distinto de la mía que no me comprendes demasiado -declaró Nick apesadumbrado, mientras le quitaba los zapatos y la chaqueta.
-Dime lo que tengas que decir -insistió Miley con ansiedad.
-Después de que duermas una siesta, cara. Casi te desmayas abajo y todavía estás muy pálida. Hay mucho tiempo para hablar.
Miley hundió la cara en la almohada.
-Deja de ser tan bueno conmigo -le dijo con voz dolida-. Me haces sentir peor. Sé lo que sientes, lo que pasa es que escondes tus sentimientos mejor que yo.
Nick le acarició el pelo.
-A dormir -murmuró con ternura-. Si te sirve de consuelo, yo también pensaba que te leía como un libro abierto, y luego descubrí que en tu forma de pensar no existe la lógica. Es una cuestión de impulsos, de reacciones momentáneas...
-No es verdad -murmuró ella, encantada de tenerlo y demasiado exhausta para despreciarse por ser tan débil. Mejor era disfrutarlo, pensó. No lo tendría por mucho tiempo. 

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