Ése era el momento para decirle que estaba embarazada, pensó Miley con tristeza. Nadie los interrumpiría.
Nick se dio vuelta finalmente y sacó algo del bolsillo.
-Será mejor que te quedes con esto -dijo, dejándole caer en el regazo un pequeño objeto-. No se lo daré a nadie más.
Miley se quedó mirando azorada el exquisito anillo de rubíes del que el sol sacaba profundos destellos.
-Has sido maravillosa todo este tiempo -dijo, acercándose indeciso a la puerta, como si dos fuerzas opuestas tirasen de él. Su rostro expresaba dolor en las profundas líneas que lo surcaban-. Tendría que habértelo dicho antes, pero no me di cuenta. Tendrías que venderlo. ¡Puede que Liam no lo sepa, pero mantenerte ocupada con lavadoras resultará más complicado que mantener un Porsche!
¿Liam? ¿Por qué mencionaba de repente a Liam? ¿Por qué estaba tan raro? El cerebro de Miley rehusaba funcionar.
-Sí -murmuró-, pero no será un Porsche, sino un Corvette.
-Perdón, ¿interrumpo? -una alegre voz conocida exclamó desde el umbral.
Miley levantó la cabeza, totalmente sorprendida por la presencia de su hermanastra, que vestía una reducida camiseta de encaje y una falda cortísima, dejando al descubierto su moreno vientre y larguísimas piernas.
-¿Demi?
-Creía que Nick te iba a traer al coche a verme, pero me cansé de esperar -dijo Demi echando atrás con una mano su magnífico pelo -. ¡Me siento como si hubiese pasado la mañana entera esperando en el maldito coche! -añadió con una expresión petulante en la preciosa cara.
-Perdona, me olvidé de decirte que tu hermana ha decidido volverse a Londres conmigo -dijo Nick, con las facciones contraídas.
-¿Olvidé? -repitió Demi irritada, pero luego esbozó una brillante sonrisa y se encogió de hombros-. ¡Qué golpe para mi orgullo!
Miley se los quedó mirando sin ver. Ahora comprendía todo. Nick se había ido a la playa. ¿Quién estaba en la playa?
Nick la había abandonado la noche anterior para irse con su preciosa hermana.
-Ya es hora de que vuelva con Jasper -dijo, pálida como una muerta y se puso de pie, deseando alejarse de los dos-. ¡Que tengáis buen viaje!
-¿Miley? -la llamó Nick, logrando alcanzar la en el pasillo y agarrándole la mano.
-¿Qué? -se detuvo a preguntar. Nick la miró con ojos tormentosos y lentamente le soltó la mano.
-Nada... nada -dijo con fiereza y se alejó a largas zancadas.
Miley se apoyó contra la pared hasta que controló el temblor de sus piernas. Y en cuanto él desapareció se metió en el cuarto de baño donde vomitó todo el miedo y la tristeza que la embargaban.
Tres semanas más tarde, Miley llegó a Londres.
Todas las noches, Nick la había llamado por teléfono. Después de ponerlo al día con los progresos de Jasper, Nick la había interrogado detalladamente sobre sus actividades del día. Hasta le preguntaba sobre lo que estaba leyendo. Y ella hablaba y hablaba de cualquier cosa, con tal de oírle la voz. Ni una vez mencionaron su matrimonio, ni la relación tan íntima que habían tenido, ni tampoco el divorcio que se acercaba.
Al principio las llamadas la habían dejado perpleja, hasta que más tarde se dio cuenta de que él se comportaba como Jasper esperaba que lo hiciera un recién casado cuando se separa de su mujer.
Cuando el chófer de Nick la recibió en el aeropuerto, Miley era un manojo de nervios. Llevaba tiempo sin dormir bien, y mantener una fachada alegre frente a Jasper resultó un esfuerzo sobrehumano. Las largas semanas alejada de Nick la habían hecho enfrentarse a la deprimente realidad. Lo que habían compartido brevemente se había acabado. Lo que para Nick, había sido una aventura para ella, había sido la más maravillosa y traumática experiencia de su vida. Y ahora sentía que jamás se recuperaría de ella. Sabía que Nick no toleraba el tipo de escena que ella montó la última noche en Granada, pero podría haber demostrado un poco más de consideración, en vez de demostrarle de forma tan evidente que planeaba reemplazarla con su propia hermanastra.
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