jueves, 10 de noviembre de 2011

Una deuda de Amor cap- 28

-¿Cómo?
-Compraste el derecho a decirme qué hacer cuando pagaste esas deudas. Lo dijiste tú mismo -le recordó Miley temblorosa-. Y eso lo podría soportar si no hubiésemos acabado en la cama.
-Cuando hicimos ese trato no había nada entre nosotros. ¡Las cosas han cambiado mucho desde entonces!
-¡Pues bien, te sigo odiando por lo que me has hecho! -gritó Miley sin control. Pero mientras lo decía, deseaba que él la tomase en sus brazos y la abrazase, la convenciese de que eran sólo tonterías suyas y la hiciese sentirse segura otra vez.
-Vale -respondió Nick la miró con la cara ferozmente tensa y una expresión indescifrable en los ojos. Luego levantó el teléfono para comunicarse con su chófer. Minutos más tarde, la limusina salió del tráfico y se detuvo frente al hotel.
-Te veo mañana en la clínica -dijo Nick sin inflexión en la voz, y un momento más tarde la puerta de Miley se abrió para permitirle bajarse.
-¿Mañana? Y ahora, ¿dónde vas?
-No creo que sea de tu incumbencia en este momento.
Nunca se le había ocurrido que Nick se iría. Le pareció la forma más cruel de castigo. Sin decir palabra, se bajó y miró como el coche se alejaba. En ese momento estaba segura de que, a pesar de lo que había dicho, volvería, pero a las tres de la mañana se fue a la cama y tuvo un sueño inquieto y angustiado.
Se despertó al amanecer con la necesidad de hablar con alguien y se le ocurrió llamar a Demi, pero sabía que Nick se ofendería muchísimo si era indiscreta.
Así es que se guardó las ganas de desahogarse, pero sucumbió a la tentación de llamar a Liam para charlar un rato mientras se hacía la hora de ir a ver a Jasper.
Liam estaba mejor. Ya tenía su fecha de vuelta para dentro de quince días. Eso lo había tranquilizado un poco y se había pasado el tiempo mirando coches. Se pasó el resto de la conversación hablándole de las bondades de un Corvette por el que se había enamorado.
Miley tomó luego un taxi para ir la clínica a eso de las diez. Se sintió de lo más humillada al llegar a la habitación de Jasper y enterarse de que Nick ya se había puesto en contacto con su padrino. No se le ocurrió pensar que ella había pasado una hora al teléfono, pues ni se había dado cuenta de que la llamada era tan larga.
-¡Qué pena que os tengáis que separar tan pronto después de la boda! -suspiró Jasper comprensivo-. ¡Pobre Nick, tenerse que ir a Londres ahora por la crisis en el mercado de valores!
¿Crisis? ¿Qué crisis? Al recibir la devastadora noticia, sólo el cariño que le tenía al anciano que observaba su reacción ansiosamente le dio fuerzas para esbozar una alegra sonrisa.
-¡Me encanta estar aquí contigo!
La cara de pena de Jasper se evaporó como por encanto.
-Además, si voy, estaré sola todo el tiempo -explicó-. Ya sabes que para él el trabajo es lo primero.
Así que Nick se iba a Londres. La dejaba en España, tal como lo habían planeado se dijo Miley, sin poder reaccionar. Nick ya llevaba dos semanas sin ir por el Banco Mercantil Jonas, Jasper pronto se iría a casa para reponerse y ella se quedaría con él para asegurarse de que no hiciese esfuerzos.
Siguió charlando con Jasper, y sólo cuando se hizo el silencio se dio cuenta de que se había quedado dormido. Ni recordaba de qué había estado hablando. Salió para estirar las piernas un poco y se paró en seco en la puerta.
Nick venía por el pasillo. Estaba guapísimo vestido con un elegante traje gris, camisa blanca y corbata plateada, pero ya no era el hombre tranquilo y sonriente al que se había acostumbrado. Cuando se detuvo a su lado, su aspecto frío y distante la intimidó, igual que aquel día en que entró a su despacho y le mostró la lista de las deudas de Demi. Miley tembló, sintiendo que todo lo que había pasado desde entonces había existido sólo en su imaginación.
-Jasper está dormido -murmuró titubeante.
-Tiene que descansar todo lo que pueda. Llamaré esta noche.
Miley tomó aire para reunir fuerzas para lo que quería decir.
-Nick, perdóname por la forma en que actué anoche...
-Olvídalo -interrumpió Nick, distante y controlado.
-No puedo... no quería decir lo que dije... -insistió, la tensión subiéndole por momentos. Era como si nunca hubieran hecho el amor, ni reído juntos. Como si nunca hubiesen compartido nada.
-No quiero hablar del tema -insistió frío como el hielo, sin esconder su impaciencia.
Incontrolables, las lágrimas le llenaron los ojos. Nick exhaló un suave improperio y le apoyó la mano en la cintura para guiarla hasta la sala de espera. Una vez allí, no cerró la puerta, como si no quisiera tener intimidad para discutir el problema ni estar con ella un segundo más de lo necesario y se acercó a la ventana dándole la espalda. Sintió su rechazo como un verdadero golpe.
-¿Dónde fuiste anoche? -susurró desmoronándose en una silla, igual que su mundo se le desmoronaba alrededor.
- A la playa.
-¿Qué, qué playa?- tartamudeó.
-Una playa, ¿vale? -dijo irritado- ¿Qué importa dónde?
-Me tenías preocupada...
-He pagado la cuenta del hotel -dijo dándose la vuelta un instante. Tenía las mandíbulas apretadas y tensas-. Estarás más cómoda en la finca. El chófer de Jasper te traerá a Granada todos los días. Dentro de un par de semanas te podrás venir a Londres y entonces resolveremos el resto. 

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