-Magdalena, mi madre, tenía un encanto especial y yo la quería mucho -admitió Nick con cierta tensión, apoyado contra las almohadas como un dios pagano-. Pero era una cabeza hueca. Me preocupaba más yo por ella que ella por mí.
-¿Conociste a tu padre?
-Una vez, cuando tenía diez años. Él tuvo curiosidad... y nada más -dijo Nick sin ningún tipo de censura.
-¿Y qué tal salió?
-Lo puse nervioso -dijo Nick con una mueca de desagrado- . A esa edad yo era totalmente insoportable. Sin embargo, me dejó todo lo que tenía cuando murió al año siguiente, probablemente porque yo era su único hijo.
-Entonces, ¿cómo es que terminaste trabajando para el banco de la familia?
-Mi padre fue un playboy toda su vida, pero pretendía algo más de mí -dijo Nick con ironía-. Estipuló en su testamento que yo heredaría su participación en el Banco Mercantil Jonas si comenzaba desde abajo e iba subiendo.
-¿Tu primera novia en serio? -preguntó Miley atrevida.
-Yo tenía dieciocho. Me la encontré en la cama con mi mejor amigo. Te digo sinceramente que fue mi única novia en serio.
-¡Te habrá dolido muchísimo! -murmuró Miley con rabia.
-Sobreviví -dijo Nick, sonriéndole tierno y divertido-. Háblame de Liam -invitó.
-¿Qué pasa con Liam? -pestañeó Miley.
-Tengo curiosidad.
-Le gusta el fútbol y los coches. Dentro de poco cumple veintidós años.
Nick hizo una mueca de dolor sin que Miley se diera cuenta mientras deslizaba el dedo por el borde de la copa una y otra vez preguntándose para qué lo querría saber,
-No es un genio de las finanzas, pero le gustaría. Todos los que él admira en el trabajo parecen serlo, así que se viste como ellos y tiene un viejo Porsche que realmente no puede mantener- Miley sonrió con afecto-. Es adorable.
Tomándola por sorpresa, Nick la abrazó y le besó la suave boca con urgencia fiera, casi enfadada.
-Yo no soy adorable.
Sintiéndose mareada, le miró el rostro con una secreta luz en los ojos. Durante una semana de increíble felicidad y satisfacción, Miley había aprendido mucho sobre Nick. Y se había enamorado aun más profundamente del complejo hombre que se escondía bajo esa morena cara de ángel caído. Era capaz de ser increíblemente dulce, honestamente cariñoso, pero siempre estaba dispuesto a huir, a esconderse rápidamente. Su perro, Spike, había sido un poco por el estilo al principio, reflexionó. Lleno de desconfianza e intranquilidad, temeroso de responder a sus caricias o expresar su afecto.
-¿En qué piensas? -preguntó Nick en el momento menos oportuno.
Miley se ruborizó. Sabía que a él no le gustaría enterarse de que lo comparaba con un perro que de cachorrillo había sido maltratado por su cruel dueño.
-No, no me lo digas -dijo, cerrándose a ella como si hubiera echado el cerrojo para no permitirle entrar.
Pero ahora ya sabía qué hacer cuando aquello sucedía. Cerró los ojos y le echó los brazos al cuello, como si no se hubiese dado cuenta de las señales que se manifestaban en su rostro.
-Nos vamos pasado mañana -dijo una hora más tarde, todavía en brazos de Nick. Estaba preocupada por la inminente operación de Jasper, pero también triste porque tenían que marcharse de la isla.
-No. Nos vamos mañana.
-Pero dijiste que nos volvíamos el treinta y uno.
-Será treinta y uno en menos de cinco minutos -le informó Nick con ironía-. Necesitas un calendario. En algún sitio se te ha perdido un día.
De repente, al pensar en calendarios, recordó algo que había relegado al fondo de la mente. Tenía un ciclo menstrual de veintiséis días y su período tendría que haberse iniciado ese día, pero había sucedido nada.
Se le había retrasado. Quizás se le había alterado el organismo por el cambio de clima o la dieta, se dijo angustiada. ¿Y si no era así? ¿Y si había concebido el bebé de Nick aquella primera noche?
-¡Accidenti! ¡Yo ya sería pobre si administrara un banco mercantil del modo en que aquí administran la unidad de cirugía! -protestó Nick, paseándose por la elegante sala de espera como un tigre enjaulado.
-Jasper saldrá bien -lo tranquilizó Miley convencida.
-¿Cómo puedes estar tan tranquila? -preguntó Nick, en tono casi acusador.
-Mi madrastra estuvo en la unidad de cuidados intensivos varias veces cuando se acercaba el final -respondió, causando que Nick enrojeciera y esbozara una sonrisa de disculpa y se sentara a su lado.
Se levantó de un salto en cuanto se abrió la puerta para dar paso al cirujano, cuya sonrisa le indicó a Miley todo lo que necesitaba saber. Pero Nick habló extensamente con él, gesticulando de una forma muy latina. Miley lo miró con ternura. En el banco jamás había demostrado este aspecto de su personalidad, pensó, recordando su reserva y formalidad frías como el hielo.
¿Cómo reaccionaría si le dijese que le iba a dar un hijo? Probablemente con frialdad, pensó Miley, poniéndose pálida. El día anterior, cuando ingresaron a Jasper en la clínica de Granada, Miley dijo que tenía que hacer unas compras y se había escabullido durante una hora para comprar un test de embarazo. Lo había usado por la mañana y ya tenía la confirmación de que estaba embarazada, causándole una enorme preocupación. Si Nick no estuviese tan nervioso por lo de Jasper, se habría dado cuenta.
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