jueves, 10 de noviembre de 2011

Una deuda de Amor cap- 22

Dándose cuenta de que tendría que haberse callado sus sospechas, Miley lo siguió al fresco interior.
-Esperaba no tener que mencionarlo, pero Demi me ha caído mal desde el principio. Fue instantáneo. En realidad, hay una palabra que la describiría perfectamente, pero por el cariño que le tienes, preferiría no decirla.
No era posible que quisiera decir... pero mirándole el helado brillo de los ojos, Miley se dio cuenta de que eso era precisamente lo que quería decir, y se quedó atónita. Pero de su sorpresa surgió un alivio tan maravilloso, que se sintió mareada.
-Nick, no tendría que haberlo dicho -se disculpó- , pero es tan confuso este tema de tener y no tener que simular... después de un rato me creo que es verdad y me meto en lo que no me importa.
-Quizás deberíamos seguir simulando todo el tiempo. Podría llegar a ser interesante.
Subieron el equipaje al piso de arriba y Nick abrió de par en par la única puerta que daba al rellano. Miley se sorprendió de que la villa, que parecía tan espaciosa, tuviese un solo dormitorio. Quizás había otro abajo. Nick se había ido a buscar el resto del equipaje, así que Miley investigó la planta baja. Había un recibidor maravilloso, un elegante comedor y una cocina preciosa con una nevera llena de comida. Tuvo que convencerse de que había un solo dormitorio en toda la casa.
Nick se unió a ella y se sirvió un brandy bastante generoso. Miley inspiró profundamente.
-Nick, cuando subimos... no pude evitar ver que... que hay un solo...
Mientras ella hablaba, Nick se tomó el brandy de un trago. Cuadró los hombros y le dirigió una mirada indescifrable.
-Creo que sería un buen momento para llamar a Liam -dijo, sin expresión en la voz.
-Ah, sí... tienes razón -murmuró Miley, tomada de sorpresa.
Cinco minutos más tarde llamaba y Liam le respondió enseguida, causándole una alegría tremenda. Lo sorprendió que lo llamara, pero parecía realmente contento.
-¿Que echas en falta Inglaterra? ¡Oh, Liam, qué terrible! -suspiró Miley apenada mientras miraba a Nick cerrar la verja del patio con innecesaria fuerza-. Cuéntame sobre la oficina de Nueva York... Pero tú también eres inteligente, Liam, no te dejes intimidar -insistió, mientras Nick no se alejaba demasiado, la cara rígida, los ojos meras líneas en su rostro-. Por supuesto que te irá bien. Sé que eres brillante y tengo mucha fe en ti. Puedes lograr cualquier cosa que te propongas.
Nick se dirigió a la cocina, dando un portazo. Miley oyó un ruido ahogado, un juramento y luego un silencio amenazador. Se quedó mirando la puerta preocupada. ¿Le habría pasado algo? La puerta se entreabrió un poco y ella respiró aliviada.
-Sí, sigo aquí, Liam.
-Eres especial, Miley. Ya me siento mejor -le dijo Liam agradecido-. Cuando vuelva te llevaré a cenar.
-¿A cenar? ¡Me encantaría! -le aseguró Miley, deseando cortar ya.
-¿Me das tu teléfono?
-Es que estoy en Grecia ahora –explicó Miley titubeante.
-¿Qué haces allí? -preguntó Liam asombrado-. ¿Estás de vacaciones?
-Una especie de vacaciones -explicó Miley, y al oír un nuevo portazo en la cocina, terminó su conversación.
Corrió a la cocina. Con la cara gris y la respiración agitada, Nick se apoyaba contra los armarios mientras la sangre le brotaba de un corte en la mano. 

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