jueves, 10 de noviembre de 2011

Una deuda de Amor cap- 18

Nick la miró a unos pasos de distancia.
-Estás furiosa conmigo.
Miley lo miró, la ansiedad y el reproche velándole los azules ojos.
-Tú nos metiste en este entuerto. Supuse que por arte de magia nos sacarías de él.
-Si me hubiera opuesto, Jasper habría sospechado que no las tenía todas conmigo y se habría preocupado. No podía correr ese riesgo.
-Quiero mucho a Jasper, pero no quiero llegar al extremo de casarme por la iglesia para tranquilizarlo -admitió Miley.
-Podemos conseguir la anulación luego -dijo Nick, acercándose a ella-. Sé que te estoy pidiendo un gran favor, pero necesito que lo hagas por mí -rogó.
La mirada de Miley se quedó prendada en los ojos de oscuras pestañas y sintió un deseo tan grande consumiéndola por dentro que era una agonía no echarse a sus brazos. Asustada por la fuerza de sus sentimientos, tembló y miró hacia otro lado.
-Bueno. Si es sólo por unas semanas... Luego, cuando volvamos a Londres, le podemos decir a Jasper que no funcionó.
-Te juro que no te arrepentirás de tu decisión.
Miley no pudo evitar mirarlo. Una sonrisa le había suavizado las facciones. Sintió que se le encendía una hoguera en el estómago y volvió a bajar la mirada, azorada ante el poder que él tenía para turbarla. Un poder que ni se daba cuenta que poseía.
-Hay sólo una cosa que podría hacer que todo resultara más fácil.
-¿Qué?
-¿Podríamos evitarnos lo más posible?
Durante un segundo Nick se quedó aturdido.
-Pensé que así estaríamos más cómodos -añadió, al darse cuenta de su torpeza.
-No parecías estar incómoda durante la comida -señaló Nick suavemente-. En realidad, no me quitaste los ojos de encima ni un minuto.
Lo que quería era que ella le asegurara que no estaba enamorada de él, reflexionó Miley mortificada, con las mejillas como dos rosas.
-Estaba actuando.
-Tendría que habérmelo imaginado. ¿Imaginabas que era Liam? -preguntó ahogadamente.
Miley no pudo mirarlo de la vergüenza que sentía, por lo que interpretó que él lo encontraba divertido.
-¿Y quién, sino?



Su propia imagen en el espejo la dejó sin aliento. Tres días antes, Nick no sólo había hecho traer una selección de vestidos de novia, sino también una modista para que hiciera todos los arreglos pertinentes. Un detalle más para beneficio de Jasper, suponía Miley. Pero verse vestida de novia el día de su boda era algo totalmente distinto.
Jasper había insistido en prestarle una diadema de brillantes que había pertenecido a su madre. Las piedras preciosas brillaban como una guirnalda de estrellas en su pelo recogido. ¿Y el vestido? El vestido era un sueño hecho realidad. Seda color marfil con un delicioso bordado le ajustaba el busto, le apretaba la pequeña cintura y le caía en suaves pliegues hasta los pies, calzados con zapatos bordados en oro que parecían los de Cenicienta.
Durante los cinco días anteriores, apenas si había visto a Nick, excepto en presencia de Jasper. La actuación de Nick había requerido poco más que un solícito aire de interés en que ella estuviese bien y circunspectos paseos por la propiedad después de comer.
-Jasper no tiene confianza en nosotros como para dejarnos solos -había dicho Nick en un ataque de furia al verlo caminar por el patio más arriba con la mirada fija en ellos como una atenta carabina-. ¿Qué se cree? ¿Que te arrastraré bajo un árbol como un adolescente?
Mientras Herminia salía de la habitación con ella, Miley sonrió al recordar la incrédula explosión de Miley la noche anterior. Jasper no le tenía ni un ápice de confianza. Pero la sonrisa pronto se le borró de los labios, porque Jasper no tenía por qué preocuparse. No había peligro de que la fatídica noche de pasión se repitiese.
Jasper la vio bajar las escaleras con inmenso orgullo.
-Estás maravillosa, querida.
La llevó de la mano como a una reina hasta el coche que esperaba. El viaje hasta la pequeña iglesia en las afueras del pueblo les llevó sólo unos minutos. Miley se sobresaltó ante la aparición de un fotógrafo que registraría su entrada del brazo de Jasper, y era un manojo de nervios cuando subió los escalones apretando entre sus manos el hermoso ramo de flores.
Cuando se inició la ceremonia, Nick se giró finalmente para mirarla. Sus profundos ojos oscuros brillaron plateados y ya no se apartaron de ella. Eduardo Arribas, que oficiaba de testigo, tuvo que darle un discreto codazo cuando llegó el momento de intercambiar los anillos. Miley sólo era consciente de las palabras del padre Navarro y de la presencia de Nick, increíblemente guapo con un traje oscuro.
Al salir de la iglesia tuvo que hacer un esfuerzo por recordar que sólo era una farsa, que no era real en absoluto. El fotógrafo los hizo posar y cuando finalmente subieron al coche que los volvería a llevar a la casa para el desayuno nupcial, esperó que Ncik dijera algo cínico, como que se alegraba de que la charada hubiese terminado.
-Estás increíble con ese vestido -dijo sin embargo.
-No es necesario que actúes cuando estamos solos.
-No estoy actuando.
-Sí, lo estás. Lo sabes perfectamente. Como cuando me dijiste que mis ojos eran maravillosos -le recordó con tristeza-. Puedes interrumpir la actuación hasta que nos bajemos del coche.
-Es que tienes unos ojos maravillosos -murmuró en respuesta a la prosaica afirmación.
-¿Por qué insistes? -suspiró Miley. Nick respondió a la mirada de franco reproche con el brillo de sus ojos negros que la hicieron recordar el abandono con que se había entregado a él hacía unos pocos días. La atmósfera se hizo irrespirable por la tensión y cuando Nick le pasó la mano por la cintura y la acercó para besarla, el recuerdo y la realidad convergieron y en lo único en que pudo pensar era que quería hacer lo que su cuerpo le pedía. El le abrasó la boca con hambre devoradora y ella le pasó las manos por el negro pelo rizado y lo atrajo posesivamente. Lentamente, los corazones latiendo al unísono, desaparecieron de vista hasta encontrarse tumbados en el asiento del coche.
Después de lo que pareció una eternidad en que se besaron febrilmente hasta quedarse sin aliento, Nick levantó la cabeza.
-El coche está detenido -observó, con expresión de extrañeza-. El chófer se ha ido.
Mientras Nick se incorporaba y la ayudaba, Miley creyó surgir de una pasión arrolladora en la que había perdido el sentido. Con hábiles gestos, Nick le quitó la tiara, que se le había torcido, le acomodó el cabello y se la volvió a poner.
-Será mejor que entremos. No podemos celebrar un desayuno nupcial sin el novio y la novia, cara - dijo, esbozando una sonrisa que le hizo dar un vuelco el corazón y retrasó su proceso de recuperación otros cinco minutos.
Nick la ayudó a salir del coche y le acomodó los pliegues del vestido como si tuvieran todo el tiempo del mundo. Luego, antes de que pudiera recuperar el aliento, se inclinó y la tomó en sus brazos.
-¿Qué...?
-Es la tradición, cara. Tranquilízate -dijo, leyendo la expresión ansiosa de su cara con divertida comprensión-, si alguna vez te llegas a poner a dieta, te obligaré a comer tarta de chocolate todas las noches.
Como en una nube, se dejó llevar en brazos hasta la casa como una verdadera novia en el día de su boda. Jasper los esperaba en la entrada y observó su llegada con manifiesta alegría. Cuando llegaron hasta él, sonrió.
-Bruce vino con tu correo, Nick. También trajo a una inesperada visita, que seguro será muy apreciada. No les he contado la noticia todavía. ¡Me encanta dar sorpresas!
En efecto, cuando Nick entró en la semioscuridad del salón con la cola del precioso vestido de Miley flotando hacia un lado como un estandarte, el deseo de Jasper de sorprender a la gente se vio recompensado.
El ayudante ejecutivo de Nick, Bruce Gregory, se acercó primero, vio a Miley con su vestido de novia y se quedó totalmente boquiabierto.
-Cierra la boca, Bruce -murmuró Nick suavemente-, pareces uno de los pececitos de Miley. 

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