-¿Me has echado de menos?
-Te deseo tanto que podría devorarte ahora mismo -murmuró él entonces, apasionado.
Nick la tomó en sus brazos, apretándola contra su pecho. La dura prueba de su virilidad rozaba su vientre y a Miley se le doblaron las piernas. No podía apartar los ojos de la salvaje mirada del hombre. El deseo era inapelable, más caliente y más exigente que antes. Podía sentir una ardiente humedad entre las piernas, algo que empezaba a resultarle familiar.
Él la tomó en brazos y salió del cuarto de baño. Miley se dejó hacer, deseando tanto como él estar de nuevo en la cama. Su voz ronca, sus caricias, sus miradas ansiosas la derretían.
Pero tenían que hablar. Tenían que deshacer aquel entuerto de una vez por todas.
-Nick, tenemos que...
-Solo había querido poseerte una vez esta noche pero no ha sido suficiente. Me hubiera gustado tomarte en el jacuzzi, en el suelo, contra la pared... pero mañana debo pasar todo el día reunido con los jeques.
-Qué lástima -murmuró ella. Nick sonrió, seguro de sí mismo.
-Tenemos que probar muchas cosas.
-Yo no soy una experta, ya lo sabes.
Nick la tumbó sobre la cama. Alguien había cambiado las sábanas, se dio cuenta Miley, sorprendida.
-Yo te enseñaré -murmuró él-. Imagina placeres más allá de lo que esperas -añadió Nick entonces, inclinándose poco a poco, abanicándola con su aliento.
Quizá era el destino. Quizá no era el momento de hablar. Podrían hablarse con sus cuerpos. Miley había amado a aquel hombre desde el primer encuentro. Y no tenía sentido negarse a sí misma que aquella sensual sonrisa la rendía sin condiciones.
-Nick...
-Siéntelo -murmuró él, colocándose entre sus muslos con deliberada lentitud-. Siente hasta que no sepas en qué día estás ni qué hora es. Hasta que el deseo por mí controle todos tus pensamientos, todas tus acciones...
Miley sintió un estremecimiento.
-Quieres que te ame.
-Sí -murmuró él, sin dejar de mirarla a los ojos.
-Dímelo, Nick. Dímelo de una vez.
Los ojos del hombre se volvieron oscuros. De nuevo, se echaba atrás. De nuevo, tenía miedo de entregarse.
-Si me das placer, puede que solo te envíe a mi villa de Francia -dijo tranquilamente-. Allí podría visitarte cuando quisiera y tú darías un salto cada vez que sonara el teléfono, rezando para que fuera yo...
-Nick, no digas más tonterías. Sé que no es lo que sientes.
-Claro que lo es. Quiero ser tu único amante.
-No habría sitio para otro -replicó ella, irónica-. Tu ego es demasiado grande.
Nick hechó hacia atrás su orgullosa cabeza y soltó una carcajada. Después, la besó, dejándola sin aliento. Y siguió besándola hasta que Miley solo podía sentir sus labios, el cuerpo del hombre sobre ella, el sabor de su propio deseo...
Miley se despertó al amanecer. Nick la estaba abrazando y sentía una felicidad interior, una sensación que nunca antes había experimentado.
-¿Contenta, aziz? -preguntó él, apretándola contra su pecho.
-Feliz -contestó Miley al sentir el duro muslo del hombre bajo su trasero. Entre ellos no habría pasado ni una fina hoja de papel y para ella, eso era la felicidad.
Las eróticas imágenes de lo que había ocurrido entre ellos la noche anterior llenaban su cabeza. No podía resistirse a aquel hombre. Y la realidad, era que tampoco él podía resistir. Miley entendía por qué una vez había hecho el ridículo invitándolo a pasar la noche en su casa. No era solo su atractivo rostro, ni el poder que emanaba, ni su extraordinaria personalidad, era todo ello en conjunto. La sexualidad marcada en sus ojos era algo tan innato en él como la disciplina para gobernar su país. Miley se sentía realmente feliz estando a su lado. Era el pasaporte para un mundo desconocido de placeres y no quería que amaneciera, no quería que Nick se apartara de su lado. Nunca.
-Me alegro -murmuró él, acariciando sus pechos. Miley se echó hacia atrás, facilitándole el camino, deseando sentir los dedos del hombre rozando su delicada piel.
-Yo también.
Estaba atónita por el fuego que Nick podía encender con una simple caricia y empezaba a preguntarse si era insaciable, si era normal desear tanto a un hombre.
Él seguía acariciándola, tirando de sus pezones suavemente, atormentándola.
Miley cerró los ojos, disfrutando del placer como si fuera una droga, perdida en las caricias, en el olor masculino, en el roce de sus fuertes manos.
-Eres muy apasionada -le dijo Nick al oído. Miley no podía hablar. No existían el ayer ni el mañana, solo el presente, solo aquel momento-. Has nacido para mí y yo para ti -añadió él entonces, enterrando la boca fieramente en su cuello.
Se movía sobre su cuerpo, dejándola sentir toda la potencia de su erección y ella se apretó contra su torso, temblando, deseando, anticipando. Nick levantó su rodilla, buscando con la mano su húmedo centro y jugó allí hasta que Miley dejó escapar un gemido.
-Nick...
-Espera.
-No quiero esperar.
Pero sabía por qué la hacía esperar, sabía que estaba asegurándose de que no hubiera un embarazo.
-Sí puedes -dijo él antes de penetrarla con fuerza.
La sensación era tan deliciosa que Miley arqueó la espalda. No había final, no había barreras, como él le había dicho.Nick buscó su boca, besándola como si quisiera devorarla. Mientras Miley recibía sus fieras embestidas, se sentía completamente poseída por él y repetía su nombre una y otra vez. Y cuando él liberó poderosamente su deseo, se dejó ir, apretando los brazos del hombre con tanta fuerza que temió hacerle daño.
Después, Nick la tumbó de espaldas y la miró a los ojos, apartando el pelo de su cara. Miley notó que le temblaban las manos.
-Perdona si te he hecho daño.
-No me has hecho daño. Todo lo contrario.
-Ninguna mujer me ha deseado tanto como tú -sonrió él, sin poder disimular su alegría-. Si seguimos aquí, no creo que mañana puedas caminar, aziz.
Después de decir aquello, Nick se levantó tranquilamente de la cama.
-¿Dónde vas?
-Ya te he dicho que tengo una reunión. Y creo que sería mejor que volvieras al palacio de Muraaba. Durante los próximos días voy a estar muy ocupado, así que no podré prestarte atención.
Quizá no había ningún harén en Jumar desde hacía años, pero Nick estaba pidiendo a gritos que una mujer lo «educara». Menuda forma de levantarse de la cama después de lo que habían compartido. Pero Miley era una mujer paciente. Y lista. Y enamorada.
-Muy bien. Pero no sé si me encontrarás cuando vuelvas.
Nick la miró sin poder disimular una sonrisa.
-No seas mala, Miley. Iré al palacio en cuanto pueda. Espero que no te importe volver en coche.
-¿No puedo ir en helicóptero?
-No -contestó él, sin mirarla-. No me gustan los vuelos innecesarios.
Miley no entendió aquello, pero sabía que no era el momento de empezar otra discusión.
-Eres un hombre extraño, Nick ibn Zachir -murmuró, saltando de la cama.
-El sexo es una fuerza poderosa, Miley. Yo he estado en el paraíso esta noche -dijo él entonces, con voz ronca-. Pero tengo otras responsabilidades y serías una distracción. Podría convertir un descanso para el café en una orgía privada -añadió, divertido.
Miley soltó una carcajada. Afortunadamente, era una chica con sentido del humor. En ese momento, Nick se estaba poniendo los pantalones de montar y no podía apartar su mirada de él. Incluso despeinado seguía siendo tan atractivo como siempre.
-Muy bien. Te esperaré en el palacio. Espero que haya televisión.
-Por supuesto. ¿Dónde crees que estás?
-En medio el desierto -rio ella.
Nick la miró, muy serio. Algo en él había cambiado.
-Tienes que saber una cosa, Miley. Una vez me hiciste perder la cabeza, pero no volverá a pasar.
Como idea de futuro, no era nada alentadora.
Ya me puse al corriente en sus noves estubieron geniales suban prontico cuidense bye
awwnss neniis me encaantooawnns por q la dejastes ahii yo no she uqieroo mas mas mas mas mas pendor ando como disco rayado jejeje te quiierroo muuxoo y no desesperes pronto saldras en mi nueva nove jejeje eso seguro
ResponderEliminarwow me encanto!!!! seguila !!!! no la dejes ahi!!!!! porfa seguila cuando puedas, besos
ResponderEliminaratte:agus
awwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwww esta geniaaaaaaaaaaaaaaaal :D me encanto sube prontoo
ResponderEliminarOOOOOOOMB! ESTE CAPITULO ES TOTALMENTE GENIAL!
ResponderEliminarME ENCANTAAAAAAA *-----*