martes, 2 de agosto de 2011

Una deuda de Amor cap- 9 y 10 inicia minimaraton

para cande y agus q aman esta nove para ustedes 2 caps d sus noves favoritas ;) disfrutenlo


Con un ahogado grito de susto, Miley se giró, el corazón latiéndole tanto que no podía respirar.
Las luces bajas de los armarios se encendieron, iluminando a Nick, descalzo con el torso desnudo y sólo un par de vaqueros, observándola con total desprecio.
-Sólo quería comer algo -murmuró Miley trémula-. No pensé que despertaría a nadie.
-Cuando me vaya la cama, acciono el sistema de alarma. Si algo se mueve por aquí, enseguida me entero.
Miley lo estudió con sus enormes ojos color azul. Vestido, intimidaba, pero semidesnudo era... era... impresionante. En el instante en que ese pensamiento se le ocurrió, se ruborizó de mortificación y miró a otro lado, aterrorizada de que él pudiera leerle en la cara lo que pensaba, pero mentalmente lo seguía viendo. Anchos hombros morenos, delgados músculos flexionándose bajo la suave piel, un magnífico torso con vello rizado sombreándole apenas los pectorales y un estómago duro y plano como una tabla. Una ola de extraño calor se inició en el estómago de Miley y bajó hacia un sitio infinitamente más íntimo. La boca se le quedó seca y no sabía lo que le pasaba. Asustada por su aparición y muerta de vergüenza porque la había pillado, Miley abrió la boca para explicarse, pero un sollozo ahogado se escapó de sus labios.
-¡Porca miseria! No puede ser que tengas tanta hambre.
Miley se levantó del suelo y se enderezó, dispuesta a irse, e intentando dominar sus emociones. No supo interpretar el silencio que siguió, sólo se lo imaginó conteniendo la lengua para no hacerla llorar. Nunca había sido una llorona, pero él siempre la hacía sentirse rara, inútil y boba.
-¡Madre di Dio! -pronunció Nick Jonas con incredulidad- ¡Tienes un cuerpo digno de las páginas centrales de una revista para hombres!
Miley se quedó tan sorprendida, que se giró a mirarlo y conectó con los atónitos ojos oscuros, ocupados en una valoración íntima de su cuerpo semi vestido. Al darse cuenta de que sólo llevaba un ajustado pijama de pantalón corto, Miley enrojeció ante el escrutinio tan atrevido y cruzó los brazos.
-¡No! -exclamó Nick, hipnotizado por la orgullosa curva de los generosos pechos que la camiseta de algodón revelaba claramente.
Su mirada se detuvo en la pequeñísima cintura, y pareció resultarle imposible mantener la distancia, porque dio dos pasos y se acercó, haciéndola darse vuelta con una mano impaciente. Como alguien a quien le resulta imposible creer lo que ve, observó la femenina curva de sus caderas y la sorprendente longitud de sus torneadas piernas.
-Suponía que eras gorda. Pensé que escondías multitud de pecados bajo esas ropas informes. ¡Ni sabía que tenías cintura! Y Dios, todo el tiempo, todo el tiempo -repitió Nick con voz ahogada- lo que cubrían era unas curvas de las que hacen fantasear a los adolescentes por la noche.
-¡No sé de qué estás hablando! -se soltó Miley y se tapó con los brazos, convencida de que le estaba tomando el pelo. Pero era evidente por la expresión de sus ojos que no la consideraba tan gorda como había creído en un principio.
-Es evidente que no lo sabes -respondió Nick, la expresión de sus ojos indescifrable mientras la seguía mirando-. Y, como obviamente no tienes ni idea de cómo sacarle provecho, yo sí. Nos iremos a España dentro de unos días.
-¿Unos días? -repitió Miley como un loro-. Pero eso no me da tiempo para...
-No necesitas tiempo. Lo único que necesitas es la ropa adecuada y que te arreglen esa melena descuidada que tienes.
Nick caminó con su habitual gracia hacia la nevera, abrió la puerta de par en par y le echó a Miley una mirada satírica.
-¡Come lo que quieras! Y tranquila con el ejercicio. Conserva tu potencial. Le sacaré provecho a cada delicioso centímetro de tu cuerpo.
Nick se fue después de hacer la invitación, exudando las olas de la satisfacción que reservaba para cerrar un buen contrato.
¿Cada delicioso centímetro? Incapaz de creérselo, Miley se miró el abundante busto, que tanta mortificación le había causado en la adolescencia. Muriel, su madrastra, y Demi eran delgadas y de busto pequeño. Ambas la habían convencido de que tenía que esconder sus generosas curvas.
Y en el colegio, los comentarios crueles de las chicas y groseros de los muchachos habían devastado la confianza en su propio cuerpo. Su silueta de reloj de arena, llena de sensuales redondeces, había sido ridiculizada hasta hartarla, haciéndola llegar a casa llorando muchísimas veces.
Muriel le había comprado una sudadera enorme que le llegaba hasta las caderas y disimulaba el tamaño de sus pechos. Desde entonces, Miley se vestía de esa manera.
Y sin embargo,Nick Jonas la había mirado con mal disimulado aprecio. No, no es que fuese algo personal, se corrigió, sino que había dicho que tenía el tipo de curvas que les gustan a los adolescentes, lo cual no era ninguna novedad. Su juicio había sido objetivo. Pero lo que ella siempre había considerado una gran desventaja, por algún motivo Nick pensaba que era un mérito.
Y, de repente, le decía que no necesitaba hacer dieta y tampoco demasiado ejercicio. ¿Realmente se había quedado ahí permitiéndole que la observara cuando estaba casi desnuda? Al darse cuenta de ello, una ola de vergüenza la recorrió, haciéndola sentirse enferma y quitándole las ganas de comer. Cerró la puerta de la nevera y volvió a su habitación.
Así que Nick Jonas no la consideraba tan fea como al principio. Se miró por encima del hombro la pronunciada curva de las caderas en el espejo, sin poder creerse que cambiara tanto de actitud.



Nick entró al gimnasio con Gilda la mañana siguiente y se detuvo en seco. Se le cayeron las gafas de sol de la mano. Vestida con una ajustada malla verde oscura, Miley hacía sus ejercicios de precalentarniento.
Resistiendo el deseo de cubrirse como una colegiala, Miley se dijo que la malla era más discreta que un traje de baño, pero atrapada en la penetrante mirada oscura, comenzó a sentirse mareada y poco a poco se detuvo.
Por primera vez fue consciente de su propio cuerpo de la forma más extraordinariamente inquietante. Una ola de calor la envolvió de la cabeza a los pies. Las pupilas se le dilataron y sentía la piel caliente y demasiado pequeña para su propio cuerpo. Los pechos se volvieron pesados y tensos y su respiración entrecortada hacía que, apretados por la malla de algodón, los pezones le dolieran de tan sensibles que estaban.
-Me levanté muy temprano esta mañana -pestañeó rápidamente mientras Gilda le alargaba las gafas a Nick, que se las quedó mirando como si no fueran suyas. Cruzó los brazos por encima de la cintura con la cara ardiendo, mientras se esforzaba por dilucidar qué le había pasado durante esos segundos. Esperaba que no se repitiese, porque se había sentido realmente rara.
Nick caminó hacia uno de los ventanales y lo siguió con la mirada, observando la tensión de sus amplios hombros cubiertos con la camisa de seda. No pudo evitar preguntarse qué lo preocuparía. Los negocios, seguro. O quizás la irritación de tenerla en su casa alterándole su metódica existencia.
Dos días más tarde, Miley se miraba al espejo, apreciando su nuevo corte de pelo. El famoso estilista le había domado los rizos. Ahora, capas ligeras como plumas enmarcaban su rostro y acentuaban los delicados ángulos de sus facciones. En otra parte del salón de belleza la esperaba la experta en maquillaje. Con su consejo para elegir las sombras apropiadas, Miley se quedó encantada con el efecto que unos pocos cosméticos podían lograr.
Finalmente salió, llevando un bolso lleno de productos, como Miley le había indicado, y se dirigió a la sala de espera. Allí estaba él hablando por su móvil y mirando el reloj con expresión seria.
Cuando se hallaba a unos dos metros de él, Nick giró la cabeza y la vio. Se detuvo, mirándola con una expresión indescifrable en los ojos negros como la noche. A Miley se le secó la garganta, el corazón se le aceleró mientras esperaba su reacción.
-Considerable mejora -comentó Nick. Guardó el teléfono y se dirigió a la salida sin otorgarle más que una rápida mirada crítica.
A Miley se le borró la sonrisa de la cara mientras caminaba a su lado.
-Se nota, ¿no?
-¿Qué?
-La mejora -le recordó ilusionada-. No me puedo creer que haya cambiado tanto.
-Sólo del cuello para arriba. Tu guardarropa sigue siendo un desastre -apuntó, mientras le dejaba paso para que se metiera en la limusina que esperaba con el chófer al volante.
-No, pasa tú primero -le dijo incómoda, todavía consciente de que él era el jefe.
-Muévete, Miley -le gritó.
Miley se metió presurosa en el coche.
-No pensé que te tomarías la molestia de venir al salón -dijo Miley, sentándose.
-Yo tampoco. Estaba en medio de una reunión de directores cuando de repente se me ocurrió que no te podía dejar sola en un sitio así. Podías aparecer totalmente desconocida...
-Siempre quise ser rubia -comentó Miley-. Mi hermana es rubia.
- ... o quedarte sentada ahí permitiéndoles que hicieran lo que les viniera en gana contigo. Era un riesgo demasiado grande.
-Estoy segura de que todo esto ha sido un inconveniente para ti -murmuró con tristeza.
-¡Y que lo digas! Pero hoy liquidaremos la cuestión de la ropa también. Nos vamos a España pasado mañana.
-¿Tan pronto? Spike me extrañará muchísimo.
-¿El perrito? No lo he visto desde la noche en que te mudaste -comentó Nick dándose cuenta con retraso de ese hecho sorprendente.
-Sí, sólo que no te has dado cuenta. Se esconde cuando ve gente. Su dueño anterior lo trató muy mal. Se tendrá que quedar en tu casa mientras no estoy.
-¿No podría quedárselo... eh... Liam?
-Spike le tiene terror a los hombres. Además Liam trabaja todo el día y a veces sale de noche. Lo voy a extrañar también... ¿Crees que estaré en España mucho? -preguntó sintiéndose culpable.
-¿A qué se dedica Liam? -preguntó Nick, sin responderle.
-Es agente de bolsa en una compañía que se llama Lyle y qué sé yo.
-Es lógico.
-¿Qué?
-Que el caradura que te usa como su chacha personal sea un agente de bolsa. Los agentes de bolsa son muy rápidos para detectar negocios. Te vio venir.
-¡No sabes lo que dices! Liam no es un caradura! -dijo Miley, la mirada fija en el tráfico-. ¿Cómo te enteraste de que lo ayudaba con la casa? -necesitó saber.
-Oí a las secretarias comentar lo idiota que fuiste hace dos semanas. Parece que no conoces ni uno de los trucos que las mujeres nacen sabiendo. Hacerle la colada a un tipo no te lleva muy lejos que digamos.
-¡Te odio! ¿Sabes? -lo miró Miley con los azules ojos como dos lagos de reproche.
-¿Por decirte la verdad? Si tuvieras verdaderos amigos, ya te habrían avisado y aconsejado hace tiempo.
Durante un segundo, sus fabulosos ojos oscuros la hicieron perder la concentración. Las pestañas aletearon confusas y la cabeza le dio vueltas. Respiró y miró hacia afuera nuevamente, el corazón martilleándole el esternón.
-Piensas que estoy perdiendo el tiempo, sin embargo ni me conoces a mí ni a Liam. ¿Qué tipo de consejos crees que necesito?
-Dios... no soy un consejero sentimental –declaró Nick totalmente aburrido.
-Jasper te malcrió terriblemente... -la desazón por su rechazo la hizo atacarlo-. Por eso lo preocupas tanto. Se siente responsable de cómo has salido.
Se hizo un silencio mortal, lo que le indicó a Miley que había sido demasiado directa con un tema delicado. Lo miró atemorizada.
Un par de ojos ofendidos llenos de incredulidad se fijaban en los de ella.
-Lamento haber sido tan sincera, pero es que puedes resultar muy grosero y además no te preocupa herir los sentimientos de la gente -concluyó Miley temblorosa.
-¿Conque es así, eh? -dijo Nick con una sonrisa sardónica que descartaba totalmente sus afIrmaciones.
Pero Miley se dio cuenta de que había metido el dedo en la llaga. Por otro lado, se sintió avergonzada. ¿Cómo había podido traicionar la confidencia que Jasper le había hecho? Y aunque no los mostrara demasiado, César seguro que tenía sentimientos. Y, por supuesto, ella se los había herido al contarle que Jasper se sentía culpable de los errores que había cometido cuando era su tutor.
Jasper le había contado que Nick siempre se había sentido superior a la gente que lo rodeaba. Su brillantez intelectual lo había separado de ellos a muy temprana edad y lo había hecho intolerante de aquellos menos dotados.
-No tendría que haber dicho esas cosas -susurró Miley valientemente, intentando arreglar el daño-, Jasper sólo lo dijo aquella vez que tuviste tanta publicidad por abandonar a la actriz, ¿recuerdas? La que tuvieron que llevar al hospital por sobredosis.
-No fue por sobredosis, sino por alcoholismo. La dejé porque no estaba nunca sobria- respondió Nick fríamente.
-Jasper no... no lo sa... sabía y se molestó mucha por todo lo que publicó la prensa-tartamudeó.
-¡Accidente! Salí con ella unas pocas semanas y tenía el problema mucho antes de conocerme, pero la persuadí para que se pusiera en manos de expertos -los oscuros ojos la desafiaron-. Incluso me ocupé de que estuviera en una unidad especial que le propiciara todo el apoyo que necesitaba.
-Jasper habría estado tan aliviado de saberlo -dijo Miiley bajándose tras él del coche y apoyando una ansiosa mano en su brazo.
Él la miró desde su altura con tal arrogancia, que ella retiró la mano como si se hubiese quemado.
-No era mi intención herir tus sentimientos -lo miró con sincera preocupación.
-¿Herir mis sentimientos? ¿De dónde has sacado la idea de...?
-No aceptas bien las disculpas, ¿verdad? -dijo Miley, azorada ante la amarga rabia que relampagueó en sus brillantes ojos oscuros-. Cada vez que abro la boca, meto más la pata.
-Vendría bien que hicieras voto de silencio -masculló Nick.
Lo ponía nervioso, se dijo Miley consternada y encorvó los hombros.
-No te encorves -una delgada mano le empujó la espalda para que se enderezara.
De repente, a Miley se le vino el mundo abajo. Era tan frío, cruel y crítico que siempre había encontrado imposible concentrarse cuando estaba con él.
Nick miró la temblorosa línea de sus labios.
-¡No voy a llorar! ¡No! -juró Miley.
-No te creo.
Sus enormes ojos azules se llenaron de lágrimas.
-Dios. Tienes unos ojos preciosos -aseguró Nick con un tono abrupto y áspero, mirándola a la cara como si fuera la única mujer del universo.
Completamente anonadada, Miley lo miró conteniendo la respiración. Su voz profunda y sensual le recorrió la columna como una ola, causándole un escalofrío. Paralizada por esos increíbles ojos insondables, creyó que el mundo se había detenido. Sin embargo, en otro nivel, reconoció el deseo desesperado que surgía de sus entrañas como una bestia hambrienta y aterradora. La sensación la asustó enormemente, pero aunque quisiera no podría haberse movido, ni hablado, ni roto el hechizo que la encadenaba.
Fue Nick quien lo hizo. Las negras pestañas descendieron, liberándola de la prisión de sus emociones.  Mientras lo miraba, desorientada por lo que le sucedía, lo vio respirar lenta y profundamente, como un hombre que se recupera de un largo sueño y comienza a caminar.
-Acabo de tener una sensación muy rara -le confió Miley corriendo a su lado y chocándose con unos turistas.
-¿Una sensación rara? -formuló Nick con voz inexpresiva, tirando de su mano para sacarla de entre la gente.
-No me siento muy bien -declaró. Sentía el cuerpo primero frío y luego caliente, la cabeza le daba vueltas, las piernas las sentía débiles como gelatina y los pechos le latían de la forma más incómoda. Enfocó los ojos asombrados en la corbata de seda burdeos-. Espero que no sea la gripe. Quizás estoy triste porque no veré a Liam durante un tiempo.
Lo miró a los ojos, sorprendida por la intensidad de su mirada penetrante.
-¿Por qué dijiste eso de mis ojos?-preguntó.
-Estaba tratando de distraerte para que no lloraras. Y funcionó -dijo, con ojos tan helados y remotos como el Himalaya.
Nick la hizo atravesar las puertas doradas de la impresionante tienda frente a la cual se habían detenido, pero una vez dentro, la abandonó para irse a conversar con una esbelta mujer mayor que parecía esperarlo.
-Mariah te elegirá la ropa -dijo volviendo al rato-. No cuestiones su elección. Sabe lo que quiero.
Y con fría seguridad se marchó. Miley lo vio irse perpleja. ¿Qué había hecho para merecer ese tratamiento tan frío? Ser Miley Cyrus, decidió tristemente. Torpe, indiscreta y vergonzosamente emocional. Tres fallos que Nick nunca podría aceptar.
La tarde siguiente, Miley se echó una mirada de duda en el espejo del dormitorio. No se reconocía. El traje de chaqueta azul exponía mucho más de lo que ella estaba acostumbrada a mostrar. La camiseta de seda que llevaba debajo dejaba ver el nacimiento de sus senos, y los zapatos de finísimo tacón y elegantes tiras tenían una altura peligrosa que le dificultaba un poco el caminar.
El teléfono junto a su cama sonó.
-Quiero verte en el salón dentro de diez minutos -pronunció Nick secamente.
-¡Caramba! Casi no me encuentras. Me iba a casa de Liam -le confió alegremente.
Colgó el auricular y salió de la habitación.
-Me va a costar un poco dominar estos tacones -anunció al entrar al salón y tropezar en la entrada, por lo que tuvo que agarrarse del pomo de la puerta para recuperar el equilibrio.
Nick, que se llevaba una copa de brandy a los labios, se quedó petrificado. Miley también. El llevaba una chaqueta blanca que le quedaba como un guante. El color claro le acentuando la exótica combinación de piel dorada, ojos oscuros y pelo negro. Resultaba tan devastadoramente atractivo que Miley se quedó boquiabierta.
Y por algún motivo Nick también se la quedó mirando. De repente, se sintió incómoda y mortificada por haberlo mirado de ese modo.
-¿Tardaremos mucho? No quiero que Liam se vaya.
-Dío mío. Dudo que se vaya si te ve -los brillantes ojos le recorrieron la silueta, desde la camiseta de seda hasta las torneadas piernas, que por primera vez mostraba fuera del gimnasio.
-¡Esa imbécil! -exclamó abruptamente- ¡Tienes aspecto de prostituta de lujo! ¡El escote es demasiado pronunciado! ¡La falda es muy corta!
Sorprendida y mortificada, Miley lo miró.
-La falda me llega casi a la rodilla...
-Totalmente inapropiado para Jasper, y menos todavía para hacerle la colada a Liam -concluyó Nick, mascullando.
-Quería que viera mi nuevo aspecto -dijo Miley, desilusionada como un niño al que le han pinchado el globo.
Nick elevó una ceja azabache, logrando que se sintiese avergonzada de desear que Liam le echase una mirada y se diese cuenta de que ella era la mujer para él.
De repente se sintió agradecida de que Nick se lo hubiese dicho. No quería que Liam creyese que estaba intentando conquistarlo. Eso podría arruinar su amistad para siempre y hacer que huyera de ella. Se pondría su ropa antigua y quitaría el maquillaje.
-Vendrá un joyero a traernos una selección de anillos de compromiso. Podrás quedarte con lo que elijas.
-No. Cuando reciba un verdadero anillo de compromiso quiero que sea el primero. Consideraré a éste un préstamo.
Cuando el joyero llegó, Miley estaba encogida en el sofá, deseando poder haber ido a cambiarse. Si Nick decía que estaba demasiado insinuante, seguro que tendría razón. Se avergonzaba de no haberse dado cuenta ella. Sin embargo, había visto montones de chicas perfectamente respetables con ropa parecida.
-Elige -dijo Nick en el tenso silencio.
-Los diamantes son muy fríos -suspiró Miley-. Las perlas y los ópalos traen mala suerte. Hay gente que dice que el verde tampoco es demasiado afortunado. No sé nada de los rubíes, pero...
-Entonces, elige un rubí.
-Los rubíes representan amor apasionado -dijo en tono de disculpa-. Creo que mejor será elegir un diamante.
Nick respiró profundo y eligió la sortija de diamantes más opulenta.
-Nos quedamos con éste.
Era tan grande, que parecía sacada de una bolsita de chucherías de cumpleaños. Miley se sintió aliviada de que no le gustase el anillo. Así podían mantener todo a un nivel impersonal.
En cuanto el joyero le midió el dedo, Miley se puso de pie.
-¿Me puedo ir ahora?
-Cuando quieras -dijo Nick ácidamente.
Treinta minutos más tarde, Miley llamaba a la puerta de Liam. Un desconocido le abrió la puerta.
-¿Buscas a Liam? -preguntó amable.
Miley asintió.
-Trabajamos juntos. Me dijo que usase su piso mientras él está en Nueva York.
-¿Nueva York? -dijo Miley en tono tembloroso, segura de haber oído mal.
-Un traslado temporal. Se lo ofrecieron ayer. Una oportunidad como ésa no se puede desperdiciar, así que se fue esta mañana.
-¿Cuánto tiempo crees que estará fuera? -preguntó Miley azorada.
-Creo que un par de meses. 
♥ღ♥ღ♥ღ♥ღ♥ღ♥ღ♥ღ♥ღ  Miley Cyrus ღ♥ღ♥ღ♥ღ♥ღ♥ღ♥ღ​ ღ♥   

cap 10

-El señor Jonas la espera -informó Fisher con urgencia contenida.
Miley acomodó a Spike en su canasta con los ojos llenos de lágrimas.
-La cocinera se llevará a Spike .a la cocina todos los días. A ella no le tiene miedo -le dijo el mayordomo amablemente-. Si nos deja, lo mimaremos todo lo posible.
Asintió sin hablar, por temor a que se le escaparan las lágrimas. Miró la pecera, donde Nick y su compañera Milly nadaban cada uno en su territorio. Un poco como ella y Nick, pensó con tristeza. Vivía en su casa pero apenas si lo veía.
-Llevaré la pecera a la cocina también -prometió Fisher.
-Les hablo todos los días.
-La cocinera habla como una cotorra, no se preocupe.
Nick se paseaba por la entrada impaciente, elegante con su traje ligero. La miró con brillantes ojos interrogantes.
-Perdona por hacerte esperar.
Ncik se tomó su tiempo mirándola y Miley se alisó nerviosa la falda de su moderno vestido verde.
-¿Qué le has hecho?
-Le he alargado el bajo. Necesitaba algo con que ocuparme anoche. A Liam lo han enviado a Nueva York por un tiempo... ni siquiera le pude decir adiós.
-La pequeñas crueldades de la vida refuerzan el carácter -dijo Nick con sorprendente falta de consideración, guiándola hacia la puerta de salida-. Ahora, cuando estés en España, no tendrás la distracción de pensar que Liam se ha quedado en Londres.
-Supongo que no... Y es una gran oportunidad para él. Su jefe lo ha de tener en gran estima, si le ofrece una oportunidad así -comentó, esbozando una valerosa sonrisa.
Una vez en la limusina Nick se dio vuelta hacia ella.
-Tienes sombra verde en un ojo y azul en el otro.
-¿Se nota?
-Mucho.
Miley asintió, tomó un pañuelo de papel y se quitó la sombra sin mirarse al espejo. Luego sacó una novela y se puso a leer. La idea se le había ocurrido la noche anterior. Si metía la nariz en un libro, no lo forzaría a hablar con ella.

Una hora y media más tarde subía por las escalerillas de su jet privado sin tratar de disimular su excitación.
-Nunca he viajado en avión -le comentó a la azafata- ¡Tampoco he estado en el extranjero!
-¡Siéntate y compórtate como una adulta! -le ladró Nick en el oído por detrás.
Enrojeciendo, Miley se dejó caer en el asiento más próximo.
-Tú te sientas conmigo -dijo Nick con aspecto de estar haciendo un esfuerzo por controlarse. Miley se preguntó qué habría hecho mal. No le había hablado ni una vez, y había supuesto que él estaría encantado de poder olvidar que ella existía. Charló amigablemente con el chófer y con esa señora tan agradable en el aeropuerto. Y en vez de apreciar que no lo obligase a salir de su reserva natural, Nick se había ido poniendo más y más tenso.
-¿Por qué te molestas?
-Te haces amiga de todo el mundo. No tienes ni dignidad ni escrúpulos. Le contaste al chófer lo de Liam...
-Y él me contó del divorcio de su hija.
-Exacto. Es un empleado. ¡Yo ni siquiera sabía que tenía una hija! -acusó Nick, mientras el sonido de los motores del avión se hacía más agudo y el jet comenzaba a deslizarse por la pista.
Miley se puso pálida y se aferró a los brazos de su asiento con los nudillos blancos.
-¡Dios Santo! ¡Me siento mal... tengo miedo... no quiero ir a ningún sitio! -gritó de repente, soltándose el cinturón de seguridad e intentando ponerse de pie.
Una mano la retuvo en el asiento. Mientras ella intentaba recuperar el aliento, Nick le vio la cara de pánico y pasándole los delgados dedos por el cabello, la sujetó con fuerza y la besó.
Miley se olvidó de que estaba a bordo de un jet. Se olvidó que tenía miedo. Incluso se olvidó que le tenía miedo a él. Alelada, sintió el duro calor de su boca separándole los labios. Como un rayo que le explotara dentro, el beso le encendió una hoguera que le consumió todos los pensamientos sensatos. Sin darse cuenta, se aferró a él. Cuando la punta de su experta lengua le invadió, la húmeda dulzura de la boca, se estremeció como si la sacudiese un vendaval y le entrelazó los dedos en el sedoso pelo.
Su beso sabía tan bien que quería hundirse en él y perderse para siempre en la seductora marea de la sensación física que la asaltaba. Urgencia y energía se acumularon en su interior, luchando por escapar. Apenas probó la tentación, sucumbió a ella.
Sin previo aviso, Nick se separó de golpe, tomándola de los brazos para alejarla. Miley abrió los ojos, pestañeó y enfocó la mirada en el brillo febril de sus oscuros ojos. No podía ver su enfado, pero podía sentirlo en el tenso ambiente.
-¿Eso también lo he hecho mal? -preguntó, tratando de convencerse de que Nick Jonas la había besado.
Abatió sus increíbles pestañas y la soltó, pero el aire vibraba con el silencio.
-Está claro que sólo lo hiciste porque me puse histérica -Miley miró hacia otro lado y trató de controlar el temblor que le sacudía.
-Incluso Jasper pretenderá que una pareja recién comprometida se dé un beso de vez en cuando -le comunicó Nick sin expresión en la voz.
Miley hizo un esfuerzo por tragar. Si Jasper los viese dándose un beso tan apasionado, se quedaría petrificado de horror. ¿Apasionado? Seguro que para Nick no, decidió, mientras se le contraían los músculos del vientre. Para Nick era obvio que había sido un beso normal, un ensayo desganado. Probablemente le había molestado que ella se entregase a ese beso como si fuesen Romeo y Julieta.
-Te parece que me gustó demasiado besarte -dijo Miley evitándole los ojos. Se sentía terriblemente avergonzada pero dispuesta, pese a ello, a aclarar la situación-. Me tomaste por sorpresa. Supongo que con tu experiencia estarás acostumbrado a ese tipo de respuesta, pero para mí fue más bien un experimento.
-Creo que será mejor que dejemos esta conversación para otro momento.
Inesperadamente Miley se volvió hacia él con una radiante sonrisa de anticipación curvándole los encendidos labios.
-No comprendes. Si tú me haces sentir así, ¡imagínate cómo me hará sentir Liam!
El silencio los cubrió como una pesada losa.
Nick la miró con los ojos oscuros como una noche de tormenta y ni un músculo moviéndose en su pétreo rostro. La tensión se podía sentir como una bomba a punto de explotar.
-Sólo quería asegurarte que no soy una boba que se siente atraída por ti... quiero decir, que nunca me podría sentir atraída... tú eres tan... tan... -se quedó cortada ante el silencio con que recibió su confesión.
-¿Tan... qué? -invitó Nick, con una sonrisa letal como una cobra.
-Tan distinto a mí -tragó, un escalofrío recorriéndole la espalda.
-Eso no era lo que ibas a decir.
-Iba a decir algo muy hiriente otra vez -rectificó apresuradamente.
-¿Como qué, Miley?
-Tan inhumano, egoísta, frío -susurró, hipnotizada por la oscura mirada.
-Y tú eres tan refrescante, tan peligrosamente honesta -murmuró Nick.
Miley se quedó sin aliento sin saber por qué. En ese momento, la voz de la azafata rompió el hechizo.
-El capitán se preguntaba si la señorita Cyrus querría visitar la cabina, señor.
Nick apoyó la arrogante cabeza en el respaldo.
-Creo que la señorita Cyrus estará encantada. No toques nada, Miley. No te caigas contra nada tampoco.
La azafata se rió.
Miley se puso roja al levantarse de su asiento porque sabía que Nick no lo decía de broma.


Cuando Miley salió del jet en Málaga, su alegre actitud se había desvanecido. La realidad era bien distinta. En aquel momento, al seguir a Nick por el aeropuerto, se daba cuenta de que tomar parte en el engaño iba contra todos sus principios. Cuando Nick se lo propuso, se hallaba sumida en la total desesperación, muerta de preocupación por las deudas de Demi y exhausta por los dos trabajos. Además, la noticia de la débil salud de Jasper le cayó como una bomba.
Nick fue tan convincente haciendo que todo pareciera sencillo e inofensivo. Incluso la hizo sentir que si se negaba sería cruel y egoísta. Pero las perspectivas de mentirle a un anciano tan sincero y confiado como Jasper la puso enferma de nervios y culpa.
-¡Miley! ¿No te diste cuenta de que me habías perdido? -exclamó Nick, volviendo para atrás para interceptarla por cuarta vez y orientarla en la dirección correcta.
-No...
Al salir a la calle, Nick le abrió la puerta de la limusina con aire de un hombre que ha conducido un rebaño entero de ovejas y logra encerrar la última en el redil.
Miley emergió de sus inquietos pensamientos al darse cuenta de que Nick le ajustaba el cinturón de seguridad como si fuese un carcelero medieval poniéndole las cadenas a un prisionero.
-Quédate allí. No te muevas.
Miley miró el delgado y oscuro rostro de fascinante atractivo sin comprender, batiendo las pestañas sorprendida.
-¿Y adónde me iba a ir?
-Y mejor será que borres de tu cara esa expresión. Sufrir por Liam está totalmente prohibido-los severos ojos oscuros le estudiaron la cara sin remordimientos-. Tienes que representar tu papel y, si bien no espero que lo hagas como para un Oscar, al menos ten una apariencia feliz.
-Pero si no estaba sufriendo por Liam. Por si quieres saberlo, me preocupa tener que mentirle a Jasper.
-Déjame que yo me ocupe de mentir.
-Es verdad. Seguro que lo haces mucho mejor que yo -concedió Miley reflexivamente.
Los ojos de Nick brillaron de incredulidad.
-No sé cómo hemos llegado hasta aquí sin que te estrangulase -confesó-. He descubierto que mi paciencia es mucho mayor de lo que pensaba.
-¿Cómo puedes decir una cosa tan horrible? ¿Qué he hecho para merecerlo?
-¿Quieres saberlo? ¿Realmente quieres saberlo? -masculló Nick-. Uno... tienes la atención de un mosquito. Dos... atravesaste el aeropuerto como una gallina sin cabeza. Tres... sigues actuando como el auxiliar de la oficina. Dime una cosa... ¿Cuándo piensas comenzar a actuar como mi novia? Mientras te probabas las gorras de la tripulación de mi avión en la cabina, te oí varias veces llamarme señor Jonas. Cuatro... eres una maníaca emocional...
-¿Ma... ma... níaca? -repitió Miley como un loro.
-O estás totalmente eufórica, o al borde de las lágrimas. No hay un feliz término medio, un agradable nivel normal.
-Mi vida no ha sido demasiado normal recientemente -apuntó Miley, ahogadamente.
-Punto cinco gruñó, haciendo un esfuerzo mientras los ojos azules se llenaban de lágrimas de indefenso reproche-. No me gusta que me ignoren.
Como un niño pequeño, convencido de que el mundo entero giraba en torno a él, pensó Miley, y estuvo tentada de decir que no recordaba que él indicase deseos de hablar con ella. No pretendería que ella se quedase a su lado sin hablar, como una marioneta esperando que alguien tirase de los hilos, ¿no?
-No te ignoraba. Pensé que no querías que te molestase. Eres tan complicado...
-¿Complicado? -repitió Nick, en tono de total incredulidad.
-No te gusta la gente. Te sientes superior a todo, especialmente la diversión. Ese cerebro tuyo siempre está activo, disecando todo... siempre estás tan serio... es enervante.
-Yo te encuentro a ti enervante -le comunicó Nick después de una pausa.
Miley lo miró, perdiéndose en las profundidades de los ojos de reflejos cafeces. El corazón le dio un vuelco y a la vez le remordió la conciencia. Desvió la vista, pero en su mente se reflejó la imagen del triste e inteligente niño que una vez Jasper le describió apenado. A los cinco años ya era un cínico, con una gran desconfianza en los adultos.
El inoportuno resultado de un precipitado matrimonio, Nick había sido de bebé el juguete de una rica y joven madre. Sus padres se separaron antes de que él naciese. Su padre quiso que su mujer abortase, y cuando ella se negó a hacerlo, se consideró absuelto de cualquier responsabilidad que no fuese la económica.
Cuando Nick comenzó a caminar, la joven Magdalena se dio cuenta de que requería más atención de la que ella estaba dispuesta a darle, por lo que lo dejó en manos de una larga sucesión de niñeras hasta que el niño tuvo edad para meterlo en un internado. Y luego, muchas veces encontró más cómodo dejarlo allí que tenerlo consigo durante las vacaciones de verano.
Magdalena era muy inmadura. No tenía padres, así que carecía de su apoyo. Muchas veces tuvo buenas intenciones, pero era muy egoísta. Siempre le prometía a Nick una visita, pero siempre le fallaba. Uno de sus muchos maridos la alentó a que hiciera un mayor esfuerzo durante un tiempo, pero pronto desapareció de la escena.
Así que no era sorprendente que Nick fuese un solitario, reflexionó Miley, arrepintiéndose de haberlo censurado. Había sido injusta y cruel. Nick no podía evitar ser así. Cuando Jasper se hizo cargo de él, a los doce años, el daño ya estaba hecho. Nick se había cerrado a sus emociones. Nunca había tenido un hogar verdadero, ni hermanos que le tomaran el pelo, nunca lo habían querido y apreciado por sí mismo, excepto Jasper.
-¿Por qué me miras así? -preguntó Nick frustrado mientras la limusina se detenía junto a la zona privada donde los esperaba un helicóptero.
Miley no respondió porque de repente se había dado cuenta de que Jasper Dysart era probablemente la única persona en el mundo a quien Nick quería. Y le pareció que el esfuerzo que Nick estaba haciendo para procurarle felicidad era de lo más tierno, lo más indicativo de que... los ojos se le llenaron de lágrimas otra vez.
-Está bien -dijo Nick, haciendo un gesto para calmarla, lo que pareció raro en él-. Quizás no te guste el helicóptero, pero la alternativa es horas de coche por las montañas...
-En realidad pensaba en ti -dijo acongojada, arrancando su húmeda mirada de la de él.
-No pienses en mí. Realmente no quiero que pienses en mí.
Miley asintió. Nick le tomó la mano y le puso el opulento anillo de compromiso.
-Haré todo lo que pueda para convencer a Jasper, te lo juro -prometió Miley fervientemente-. Me comportaré como él esperaría que me comportase si estuviese enamorada. Trataré de pensar en ti como pienso en Liam -le confió.
-Podría resultar peligroso. Quizás te enamores de mí.
Lo miró con tal asombro en los ojos que Nick le devolvió la mirada.
-Puede que sea un frío niño mimado, pero no quiero que esta pantomima cause ningún daño -le dijo con fría expresión en la cara-. Una mujer que se pone a llorar cuando un pececito ejerce el canibalismo tiene que ser más vulnerable de lo común. Cuando aquel día te vi en la fuente preguntándole cómo podía haberse rebajado a comerse a su hermano, decidí que eras de otro planeta.
-Les tomo mucho cariño a mis animales, pero no hay peligro de que me enamore de ti -le respondió Miley furiosa y se subió al helicóptero sin mirar atrás. Mientras sobrevolaban las sierras andaluzas, Miley se quedó ensimismada. Por fin se había dado cuenta de qué era lo que le sucedía.
Nick era guapísimo y obviamente ella había reaccionado a su atractivo sexual. No era que la atrajera mentalmente, razonó, sino que le atraía su físico. Como cuando tenía un poco de hambre y se imaginaba un postre delicioso. Era tonto, inocuo y sin sentido. Ya que había comprendido cuál era el problema, decidió controlarse de ahora en adelante. Poner a Nick en el mismo plano que una tarta de chocolate la hizo sentirse menos amenazada y nerviosa. Pronto superaría esa tontería.
Cuando el helicóptero comenzó a descender, ya atardecía. Miley vio un valle escondido con un denso bosque y un serpenteante camino que se perdía en la distancia. Una hermosa finca se extendía en una ladera. Su tejado rojo y blancas paredes brillaban en la semioscuridad. El helicóptero descendió a un helipuerto dentro de los muros de la propiedad.
Nick se bajó de un salto y extendió una mano para ayudarla.
-¿Aquí... es donde vive Jasper?
-¿Qué esperabas? ¿Una casita al pie de una montaña adornada con redes de mariposa?
Sin poder reaccionar, Miley negó con la cabeza. Era una casa enorme, con toda la elegante opulencia que sólo los muy, muy ricos daban por sentado. Nick la tomó de la mano.
-Ven, demos la gran noticia de una vez por todas.
Una sonriente mujer salió a recibirlos. Al escuchar lo que le dijo, una arruga se dibujó en la frente de Nick.
-¿Qué pasa?
-Jasper no está -Nick le soltó la mano. Ya no tenía necesidad de simular que quería ni siquiera ese pequeño contacto físico con ella, supuso Miley-. El ama de llaves no sabe dónde ha ido. ¡Típico de Jasper! ¡Con su estado de salud, no me explico qué estará haciendo en el campo!
-Quizás tendrías que haberlo llamado para avisarle que veníamos.
-Quería sorprenderlo -le echó Nick una mirada exasperada-. No es mi estilo, pero es exactamente el impulso irracional que Jasper esperaría de una pareja recién comprometida.
Miley se lo quedó mirando sin poder encontrar la conexión.
-¡Pensé que vernos llegar por sorpresa lo haría parecer más convincente, como si yo no pudiera esperar para mostrarle a mi novia! -explicó impaciente y se dirigió a la mujer en perfecto español para luego decirle-: Herminia te mostrará mi habitación. Tengo que hacer unas llamadas para localizar a Jasper.
Un hombre subía ya el equipaje por la escalera de hierro forjado y piedra. Miley siguió a la mujer hasta el primer piso, preocupada. Seguro que no lo había comprendido bien. Nick no había podido decir «mi habitación». No pretendería que ella compartiera su habitación con él.
Pero minutos más tarde Herminia le indicó una habitación muy grande y lujosamente amueblada, donde sus maletas junto a las de Nick parecían confirmarlo. Miley miró la cama, con su cabecera de intrincada talla. Era una cama enorme. No, era ridículo. Había habido un malentendido. Después de todo, Jasper era muy anticuado y siempre se quejaba de la relajada moral de la juventud moderna.
Tratando de contener su incomodidad, Miley bajó a buscar a Nick. Lo encontró en la magnífica biblioteca, y durante un segundo la enorme cantidad de volúmenes que cubrían las paredes la detuvo maravillada. Nick hablaba por teléfono en español. Su voz profunda y masculina sonaba tan sensual, pensó vagamente, mientras una sensación rara le corría por la espalda. Además, después de horas de viaje, Nick seguía tan elegante como siempre.
-Si tienes hambre, Herminia te preparará algo de comer -le dijo, como para que se fuese. Quedarse requirió un poco de valor.
-Ha habido una confusión -dijo Miley, moviendo los pies inquieta -. Han puesto mis cosas con las tuyas... en la misma habitación, quiero decir. Y no sé suficiente español como para explicar que... bueno, ya sabes...
-No, no lo sé -levantó Nick una negra ceja con ironía-. Es lógico que tengamos que compartir la habitación. Jasper no es tonto. ¡Si durmiéramos separados no se creería nunca que nuestro compromiso va en serio! 

2 comentarios:

  1. jajaja I LOVE YOU GIRL! gracias por los capis!!!!! ESTOY RE FELIZ! :D jajajaja y como siempre SEGUILA!!!!!!!
    atte:agus

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  2. aayyy gracias por cumplirme mis capricho lo q pasa es q soy hija unica jajaja y subi mas noves tkm!!!!!! cande♥♥♥

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