Más de tres semanas después, Miley estaba paseando por el
bosque que rodeaba Villa Pavone. Nick llevaba treinta y seis horas en Roma. Él
le había pedido que lo acompañara pero había dicho que no porque se habían pasado
todos aquellos días y noche juntos y no quería anclarse a él como una
neurótica.
Esa vez, Nick iba a volver. Lo sabía, pero no había pegado ojo
en toda la noche porque su corazón no entendía de sentido común. Lo echaba
tanto de menos que contaba las horas y los minutos que faltaban para volverlo a
ver. Regresaba esa noche. La había llamado varias veces, una de ellas en mitad
de la noche para decirle que no paraba de despertarse porque no estaba junto a
él. Aquello le había gustado, sí, porque habría sido espantoso que durmiera plácidamente
sin ella a su lado.
Nick era más suyo que nunca. La trataba como la mujer más
preciosa y maravillosa del mundo. Era como si la separación les hubiera servido
a ambos para apreciar más lo que tenían y dejar a un lado el orgullo. Por
supuesto, el amor también. había tenido su parte. Además de la pasión
insaciable que Miley ya no se molestaba en ocultar. Todos los problemas
resueltos... menos uno.
. Iba a necesitar valor para contarle a su marido el romance
entre Mark y Ashly y las locas consecuencias que había tenido sobre ella. Debía
contárselo. En su paseo, se metió en el laberinto de arizónicas impenetrables.
¿Podría encontrar el centro sin el insuperable sentido de la orientación de Nick?
-¡Miley!
Se le dibujó una enorme sonrisa al reconocer la voz. Nick
había vuelto de Roma antes de lo que ella esperaba. Se arrepintió de haberse
metido en el laberinto. Perdió la compostura de la emoción y, absurdamente, se
puso a gritar. ,
Irónicamente, en su desesperada búsqueda de la salida, se
encontró en el mismísimo centro del laberinto. De la fabulosa fuente que había
allí salían chorros que se mezclaban con los rayos del sol.
-¡Estoy en la fuente! -gritó sin intención alguna de confesar
que había llegado allí accidentalmente.
-Per amor di Dio... ¡No estoy de humor para juegos estúpidos!
Aquella contestación hizo que Miley se sonrojara de
desconcierto. Seguramente, estaría cansado y lo último que le apetecería hacer
era recorrerse el jardín para encontrarla. A los treinta segundos, oyó las
pisadas de Nick que se adentraba en el laberinto.
-No estoy jugando a nada... es solo que pensé que tardarías tú
menos en llegar aquí que yo en encontrar la salida -se disculpó.
De repente, apareció ante ella. Se detuvo como si Miley
tuviera a su alrededor un campo electrificado. La miró como nunca antes lo había
hecho con furia, burla y odio. Entonces, antes de que hablara, antes de que
arrojara el recorte de periódico, Miley se dio cuenta de que había esperado
demasiado para contarle la verdad...
EL RECORTE cayó bajo la luz del sol hasta el suelo. Miley miró
de refilón la fotografía del tórrido beso de Ashly y Mark con tristeza.
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