viernes, 20 de abril de 2012

El Regreso cap - 14


Más de tres semanas después, Miley estaba paseando por el bosque que rodeaba Villa Pavone. Nick llevaba treinta y seis horas en Roma. Él le había pedido que lo acompañara pero había dicho que no porque se habían pa­sado todos aquellos días y noche juntos y no quería anclarse a él como una neurótica.
Esa vez, Nick iba a volver. Lo sabía, pero no había pegado ojo en toda la noche por­que su corazón no entendía de sentido común. Lo echaba tanto de menos que contaba las horas y los minutos que faltaban para volverlo a ver. Regresaba esa noche. La había llamado varias veces, una de ellas en mitad de la noche para decirle que no paraba de despertarse porque no estaba junto a él. Aquello le había gustado, sí, porque habría sido espantoso que durmiera plá­cidamente sin ella a su lado.
Nick era más suyo que nunca. La trataba como la mujer más preciosa y maravillosa del mundo. Era como si la separación les hubiera servido a ambos para apreciar más lo que tenían y dejar a un lado el orgullo. Por supuesto, el amor también. había tenido su parte. Además de la pasión insaciable que Miley ya no se moles­taba en ocultar. Todos los problemas resueltos... menos uno.
. Iba a necesitar valor para contarle a su ma­rido el romance entre Mark y Ashly y las locas consecuencias que había tenido sobre ella. De­bía contárselo. En su paseo, se metió en el laberinto de arizónicas impenetrables. ¿Podría en­contrar el centro sin el insuperable sentido de la orientación de Nick?
-¡Miley!
Se le dibujó una enorme sonrisa al reconocer la voz. Nick había vuelto de Roma antes de lo que ella esperaba. Se arrepintió de haberse metido en el laberinto. Perdió la compostura de la emoción y, absurdamente, se puso a gritar. ,
Irónicamente, en su desesperada búsqueda de la salida, se encontró en el mismísimo centro del laberinto. De la fabulosa fuente que había allí salían chorros que se mezclaban con los ra­yos del sol.
-¡Estoy en la fuente! -gritó sin intención al­guna de confesar que había llegado allí acciden­talmente.
-Per amor di Dio... ¡No estoy de humor para juegos estúpidos!
Aquella contestación hizo que Miley se son­rojara de desconcierto. Seguramente, estaría cansado y lo último que le apetecería hacer era recorrerse el jardín para encontrarla. A los treinta segundos, oyó las pisadas de Nick que se adentraba en el laberinto.
-No estoy jugando a nada... es solo que pensé que tardarías tú menos en llegar aquí que yo en encontrar la salida -se disculpó.
De repente, apareció ante ella. Se detuvo como si Miley tuviera a su alrededor un campo electrificado. La miró como nunca antes lo ha­bía hecho con furia, burla y odio. Entonces, an­tes de que hablara, antes de que arrojara el re­corte de periódico, Miley se dio cuenta de que había esperado demasiado para contarle la ver­dad...
EL RECORTE cayó bajo la luz del sol hasta el suelo. Miley miró de refilón la fo­tografía del tórrido beso de Ashly y Mark con tristeza.

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