miércoles, 7 de marzo de 2012

El Regreso cap 8


Mark le sugirió que se vieran en su hotel. Miley llamó un taxi y salió por la puerta de atrás de la casa. Mark, tan elegantemente vestido como siempre, la estaba esperando en el vestí­bulo.
-Me alegro mucho de verte -le dijo Miley acompañándolo a uno de los salones. .
-Cuéntame qué ha pasado en la casa -le pi­dió Mark tras pedir té para ella y un refresco para él.
-Te iba a preguntar primero qué tal estás. Hace tiempo que no sé nada de ti –contestó Miley molesta.         .
-Me parece que tu situación es más impor­tante.
-Bueno, aquello que me advertiste ha suce­dido. Me dijiste que estaba loca por confiar en Ashly y tenías razón. Me ve como la peor de sus enemigas y Joe quiere que confiese ante Nick. Cuanto antes se aclare todo, mejor.
-¿ Quieres que yo diga que tu versión es cierta? .
-Espero que no tengamos que llegar a eso. Sé que sería embarazoso para ti -contestó Miley sonrojándose.
-Le diré a Nick lo que tú quieras, pero eso tiene un precio.
-¿Cómo? -dijo Miley frunciendo el ceño.
-Déjame que te cuente algo -dijo él mirán­dola-. Mi amiga de toda la vida se casa con un tipo inmensamente rico y, ¿qué hace por mí?
Miley se quedó rígida.
-¿Dónde quieres ir a parar?
-¡Me conseguiste un trabajo miserable en una finca de los Jonas! Y cuando te pedí di­nero para montar una empresa me dijiste que Nick creía que era demasiado joven como para embarcarme en algo así.
-No sabía que siguieras molesto por aque­llo... -contestó ella recordando lo ocurrido al poco de haberse casado con Nick.
-No, claro Nick desapareció poco des­pués y yo me di cuenta de que la señora Jonas era una inversión a largo plazo que había que mimar -se rió-. Dos años más y Nick habría sido dado por muerto oficialmente. ¡Por mucho que su familia se hubiera opuesto, tú ha­brías heredado la mayoría de las pertenencias de Nick! ¿Te habrías mostrado más gene­rosa entonces, Miley? A eso es a lo que yo estaba esperando...
-No me puedo creer que lo estés diciendo en serio. Te portaste tan bien conmigo cuando él desapareció...
-Sí, pero esta vez, tendrás que pagarme. No pienso admitir que tuve aquella aventura con Ashly a menos que me recompenses. Si no lo ha­ces, me pondré del lado de Ashly y te hundiré...
-¡Eso es repugnante! -gritó.
-Piénsatelo mucho antes de decirme que siga adelante -le aconsejó Mark. –
-Me estás haciendo chantaje...
-Quiero... -continuó él diciendo una cifra de dinero tan desorbitada que hizo palidecer a Miley-. No todo de golpe, por supuesto, pero es­pero un primer pago como fianza de tus buenas intenciones. Como siempre me has contado todo, sé exactamente lo que tienes en el banco. Ya no vas a necesitar ese dinero, así que puedes hacerme un cheque...
-Mark, por favor...
-Elige. Ashly no se lo pensaría un momento sí le fuera con lo mismo -le advirtió-. Si fuera así, ya puedes despedirte de Nick.
Imaginarse a Mark y a Ashly conspirando jun­tos para destrozar su matrimonio, hizo que Miley se sintiera acorralada y con nauseas. ¿ Cómo iba a creer Nick si todos los de­más aseguraban que era culpable?
Con manos temblorosas, Miley sacó la che­quera del bolso. Sin mirar a Mark, dejó el che­que sobre la mesa, se levantó y salió del hotel.

Miley completamente conmocionada por lo ocurrido, deambuló por las tiendas un rato hasta que se recobró un poco. Se re­criminó por no haberse dado cuenta del rencor de Mark. ¡Había confiado en él por completo y la estaba chantajeando!
¿Cómo iba a salir de aquella pesadilla? Se avergonzó de haber cedido ante sus amenazas. Todo se debía a su estupidez. Para empezar, no debería haberse callado cuando ocurrió lo de las fotos. No debería haber protegido a Ashly, quien se había aprovechado de su desesperación por haber perdido a Nick.
De repente, mientras cruzaba por el departa­mento de electrónica de unos grandes almace­nes, vio a Nick en varios televisores a la vez. Era la rueda de prensa. La gente se agol­paba para verla. Allí estaba él, con su hermano Joe y un par de directivos del banco. Qué bien quedaba ante la cámara. Contestaba con seguridad y humor
Se sintió terriblemente culpable por no estar con él. Se había sentido muy aliviada cuando Nick la había liberado de tener que acom­pañarlo. La verdad es que, desde el escándalo de las fotografías, tenía pánico a los medios de comunicación. Se recriminó el no haber lu­chado contra ellos en vez de huir.
Al volver a casa, se dio cuenta de que se le había hecho muy tarde. Cuando estaba cru­zando el vestibulo, apareció Ashly.
-Tienes diez minutos para arreglarte antes de irte a Italia en tu segunda luna de miel -dijo la morena.
-¿Ha vuelto Nick?
-No, pero ha llamado. Quería hablar contigo y no le gustó mucho que no estuvieras -con­testó con una sonrisa maliciosa - Me tomé la molestia de llamarlo para decirle que, justo an­tes de irte, llamó Mark para hablar contigo.
Sorprendida por el veneno de su cuñada, pero dispuesta a no contestar, Miley subió a toda prisa a cambiarse. Una hora más tarde, es­taba entrando en el aeropuerto con un guarda­espaldas. Lo que ocurrió a continuación la pilló completamente por sorpresa. Un fotógrafo sa­lió de la nada y le hizo una foto, que la deslum­bró. En menos de un minuto, una nube de reporteros la rodearon y comenzaron a hacerle preguntas. .
-¿Por qué no estaba usted con su marido en la rueda de prensa?
-¿Está su matrimonio pasando por un mal momento, señora Jonas?
-¿Por qué la familia Jonas fue a Brasil sin usted?
-¿Por qué se ha escondido todos estos años?
Si los guardias de seguridad del aeropuerto no hubieran acudido en su ayuda, no podrían haber escapado nunca. Miley no respiró tranquila hasta que su avión privado no despegó rumbo a Italia. Alguien tenía que haberle dicho a la prensa que iba a estar en el aeropuerto. ¿Quién? ¿Ashly? ¿Quizás fueran solo imaginaciones suyas?
Sus peores pesadillas se estaban haciendo re­alidad. Nick había levantado mucha expec­tación y, por tanto, su matrimonio interesaba a la opinión pública. Su ausencia en la rueda de prensa había levantado sospechas. ¿Cuánto tar­daría el viejo escándalo en salir a la luz de nuevo?

Aquella misma tarde, el mismo coche que la había recogido en Pisa, subió por una carretera de montaña y enfiló una gran avenida rodeada de cipreses. Miley divisó un lago cuya superficie parecía un espejo y vio por primera vez Villa Pavoneo
El maravilloso edificio estaba situado en lo alto de la colina. Los adornos de estuco y una hilera de columnas embellecían el ya de por sí impresionante frontal de la villa. Al salir del coche, la calidez del verano la envolvió. Olía a cítricos y había pavos reales por los jardi­nes.
Miley sonrió y se dirigió a la puerta principal. Allí no había periodistas, los había dejado atrás, en Londres, con los terribles parientes de su marido y Mark, se recordó encantada. En unas horas, Nick, estaría con ella.
Entró en un vestíbulo fabuloso, tan grande que sus pisadas hacían eco. Las paredes estaban pintadas con maravillosos frescos. El techo también estaba pintado.
-¿Dónde diablos te habías metido esta ma­ñana? .
Miley se pegó un buen susto. Se giró muy sor­prendida. Nick estaba en el quicio de una puerta que ella no había visto.
-¿ Ya estás aquí? -preguntó encantada aun­que sorprendida.
Estaba guapísimo con unos pantalones de color beish y una camisa de algodón de manga corta color crema, que acentuaban su piel y su pelo negro risado. Nick la miraba con du­reza en los ojos y la mandíbula apretada.
-Estabas con Mark...
-Sí -contestó, decidida a decir la verdad hasta donde pudiera.
-¿Durante horas? -le espetó enfadado - Casi pierdes el vuelo.
-No, me dio tiempo de sobra -contestó con las palmas de las manos empapadas de sudor La felicidad dio paso a la tensión- Además, no he estado con él todo el tiempo. Estuve mirando tiendas...
-Mientes.
La convicción con la que Nick lo había dicho la intimidó. No era una pregunta sino una afirmación para tirarla de la lengua.
-¿Por qué dices eso? -preguntó Miley con la boca seca.
-Dime la verdad - le dijo con frialdad.
-Yo...
-¿ Qué? -explotó él.
-Estuve dando una vuelta por las tiendas por­ que estaba enfadada y se me hizo tarde -con­testó Miley-. Nada más -se encogió de hom­bros-. Quedé con Mark porque hacía tiempo que no nos veíamos... y no me gustó lo que me dijo. Por eso, no voy a volver a verlo más.
Miley se dio cuenta de que aquello había dejado desconcertado a Nick.
-¿Qué?
Miley se cruzó de brazos en un gesto de de­fensa. .
-Mira, ya ha sido suficientemente desagrada­ble descubrir que Mark no era el maravilloso amigo que yo había creído siempre que era. ¡No me apetece tenértelo que contar y volver a sen­tirme como una imbécil!
-¿Has decidido poner fin a vuestra amistad? ¿Cuándo lo has decidido? -preguntó Nick, quien parecía tener dificultades para creerlo-. ¿Ahora mismo, porque has visto que me había enfadado? .
-Mira, eres un paranoico...
-Solo te he pedido una explicación...
-y yo te he dicho, educadamente, que no voy a entrar en detalles. Mark no es lo suficiente­mente importante como para que discutamos por culpa suya.
-Santo cielo... no estoy discutiendo... ¿dónde vas? -rugió Nick al ver que Miley se dirigía a la puerta.
-Voy a volver a salir y voy a volver a entrar. A ver si, así, me recibes de otra forma más cari­ñosa.
Se hizo un silencio tan profundo que se po­dría haber oído una pluma cayendo.
Miley lo oyó tras ella, pero la pilló por sor­presa que la levantara del suelo, encontrarse en­tre sus brazos. El mundo le dio' vueltas por un momento y se tropezó con su mirada dorada. En ese instante, se quedó sin aliento y perdió el sentido común. Sintió un repentino deseo en su interior, que hizo que se le dispara el corazón y el pulso.
Nick sonrió.
-¿Te gusta más este tipo de recibimiento, te­soro mio?
La besó en el cuello. Miley sintió que todo el cuerpo se le tensaba. Le puso una mano en el pelo y sus bocas se encontraron. Al cerrar los ojos, le pareció ver fuegos artificiales. Estaba tan caliente, tan excitada, que se aferró a él. Él la sentó en una superficie fría, la agarró de las rodillas y le abrió las piernas para estar más cerca.
Miley gimió al tiempo que dejaba que sus de­dos corretearan bajo el vestido por sus muslos. Temblaba, con un apetito sexual que la que­maba. Nick la agarró de las caderas y abrió los ojos para mirarla.
-Demuéstrame que no necesitas vodka .-la invitó.
Por un segundo, el deseo dio paso a la sor­presa. ¿Cómo? ¿Aquí? ¿Ahora? ¿En una mesa de mármol? Entonces, se encontró con aquellos ojos oscuros que la perseguían desde la primera vez que los vio. Literalmente, se derritió. Volvió a perder el sentido común y, si el mundo se hu­biera terminado en ese mismo momento, no le habría importado.


Les subire las imagenes que les coment a lo megor el sabado cuidense.

2 comentarios:

  1. AAAWWW ME ENCANTO EL CAPISS!!!!!!!! SEGUILAAA!!!

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  2. bien por fin comento y hoy leei tods los caps y pues odio a nick me choca como la trata pero como soy amiga de sara quiero que haya 1313 hahhahah sube pronto porfa

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Lindos coments