Mucho después de que Nick se hubiera marchado, Miley seguía mirando hacia la puerta. Según él, solo quería sexo. Y, tontamente, eso le dolía. ¿Qué había esperado? ¿Que confesara el anhelo de poseer su corazón y su alma?
Pero era absurdo. A ella no le importaba nada Nick. Las circunstancias la obligaban a permanecer en palacio durante unas horas y le había gustado devolver el beso. Nada más.
Alguien llamó a la puerta y dos jóvenes sonrientes, no aterrorizadas como los criados que había visto con Franky entraron en la habitación.
-Somos Shiran y Meyla. Su almuerzo está preparado, señora -dijo una de ellas.
¿Estaría en el harén?, se preguntó. Daba igual. Pensaba escapar de allí inmediatamente. Después de comer para reunir fuerzas, miró su reloj. Cuando comprobó que eran más de las dos, pidió un teléfono. Shiran le llevó un móvil. Curioso aquel país, se dijo Miley. Criadas descalzas, un harén y... teléfonos de última generación.
De nuevo, marcó el móvil de su padrastro.
-¿Miley? ¡Trace ha salido de la cárcel! Estamos en el aeropuerto...
-¿Cuándo tomaréis el avión?
-Dentro de media hora. Trace ha ido a comprar algo a la tienda del aeropuerto. Le he dicho que tú habías tomado un avión para Londres esta mañana. No habría querido salir de Jumar si supiera la verdad -admitió su padrastro tranquilamente.
-Estás preocupado por mí, ¿verdad? -preguntó ella, irónica.
-Vamos, Miley. Seguro que estás rodeada de lujos y, además, sé que el príncipe te gusta. La verdad es que desde que te dejó no has levantado cabeza y...
-No puedo creer lo que estoy oyendo.
-Pues al fin has conseguido a tu príncipe, así que no veo por qué te quejas -dijo Billy entonces-. Yo creo que Trace te ha hecho un favor.
-¿Ah, sí? ¡Muchísimas gracias! -exclamó Miley, antes de cortar la comunicación.
Su familia era digna de aparecer en los periódicos, desde luego. Pero estaba segura de que Adrian no conocía si situación. Si fuera así, jamás abandonaría Jumar.
Escapar de Muraaba sería un reto. Tenía dos opciones, ninguna de las cuales parecía muy prometedora: robar un caballo e intentar escapar de allí disfrazada o esconderse en un coche que estuviera a punto de salir de palacio. Primero, le preguntó a Shiram dónde estaban los establos y después le hizo una serie de peticiones. La criada abrió mucho los ojos, sorprendida, pero hizo lo que le pedía.
Poco después llegó la mochila, junto con la comida, el agua mineral, la túnica y el turbante que había pedido. Aquello último le fue entregado entre muchas risitas y miradas de complicidad. Quizá las chicas pensaban que iba a vestirse de hombre para gastarle una broma a Nick.
Por fin sola, se puso la túnica y guardó la comida y el pasaporte en la mochila. Bajo su ventana había un patio y Miley, que nunca había tenido miedo de las alturas, se deslizó por la pared sujetándose a las elaboradas decoraciones de los muros. En un momento determinado, tuvo que colgarse de la balaustrada de un balcón para poner el pie en uno de los tejados más bajos.
El progreso era lento, pero consiguió llegar hasta el techo de los establos. Parapetada allí, observó a dos criados guardando un hermoso caballo negro en un remolque. Aquella era su oportunidad. Se escudó en las sombras y esperó que los criados estuvieran distraídos. Cuando los dos hombres estaban charlando en la puerta del establo, Miley decidió que era el momento. Al verla entrar en el remolque, el semental negro levantó la orgullosa cabeza y empezó a golpear el suelo con los cascos. Miley se escondió lo mejor que pudo detrás de él.
Unos segundos después, la rampa hidráulica se levantó y el remolque quedó a oscuras. Unos minutos después, el camión paró un momento, seguramente ante las puertas de palacio, pero después giró no hacia la derecha como ella había pensado sino en dirección contraria. Estupendo, tendría que ir a caballo hasta la ciudad, pensó Miley. En Jumar no era muy corriente hacer autostop.
¿Qué haría Nick cuando descubriera que había escapado?, se preguntó. ¿Se encogería de hombros aceptando la derrota? Miley recordó la mirada del hombre al mencionar la ducha fría y sintió un estremecimiento. No, Nick no la dejaría ir tan fácilmente. El caballo seguía golpeando el suelo con las pezuñas y Miley dirigió su atención hacia él. Los caballos árabes eran muy nerviosos... ¿podría montar a aquel animal?
El remolque se detuvo entonces, seguramente porque el animal golpeaba el suelo del remolque con sus pezuñas, histérico. Miley se acercó al animal y empezó a acariciar su cuello, intentando calmarlo. Entonces, oyó que bajaban la rampa y decidió no perder un segundo. Tomando las riendas, soltó la cuerda que lo sujetaba. ¿Estaba loca al arriesgarse de esa forma? Pero el semental ya estaba lanzándose hacia delante, deseando salir de su confinamiento y Miley subió a la silla de un salto.
Lo que ocurrió después era solo un borrón. La rampa hidráulica bajó del todo y la luz del día la cegó momentáneamente. Tuvo la impresión de ver unas caras sorprendidas, pero el caballo había salido galopando como loco. Miley lo dejó galopar. Sabía dónde estaba, más o menos, porque había revisado el mapa antes de salir. Lo que tenía que hacer era alejarse de la carretera e ir por la orilla del desierto hasta llegar a la ciudad. En algún momento, tendría que dejar al animal para que alguien lo devolviera al palacio, pero esa no era en aquel momento su mayor preocupación.
Le sorprendió la fuerza del viento que golpeaba su cara. Era maravilloso después de haber estado confinada en el remolque, pero tuvo que pararse un momento para sacar un pañuelo de la mochila y cubrir su cabeza. Cuando levantó los ojos, vio que el sol estaba cubierto por una especie de neblina.
Una hora después, seguía galopando en medio del desierto, pero cuando empezó a ver dunas en el horizonte, Miley frunció el ceño. No había pensado ver dunas sencillamente porque en su mapa no las había cerca de la ciudad de Jumar. Obviamente, se había perdido.
Además del sonido del viento, el silencio del desierto era lo único que podía oír. La luz empezaba a desaparecer, pero no podía ser, se dijo, no eran ni siquiera las cinco. Debía tener al menos tres horas más de luz, tiempo suficiente para completar su jornada. Sin embargo, el sol se había escondido tras una especie de neblina roja y el cielo estaba gris, como si estuviera a punto de descargar una tormenta.
Iba a llover, pensó. El semental empezó a piafar y a moverse, nervioso. Sin que Miley pudiera hacer nada ella, empezó a correr hacia las dunas y no pudo controlarlo. En ese momento, escuchó el sonido de un helicóptero sobre su cabeza.
-Cálmate, tranquilo... -le dijo al caballo cuando empezó a levantar las patas delanteras.
Miley intentó sujetarse a la silla, pero al final fue lanzada sobre la arena. El golpe la dejó momentáneamente sin respiración. Cuando consiguió recuperarse, el helicóptero había aterrizado y una figura masculina se dirigía hacia ella.
Cap 6
Era Nick. Pero un Nick que nunca antes había visto. Por un momento, pensó que el tiempo se había detenido porque ante ella había un hombre que parecía un príncipe árabe de Las mil y una noches. Llevaba una túnica negra rematada en oro y un turbante cubría su orgullosa cabeza. La túnica se movía con el viento, pegándose a su magnífico torso. Cuando clavó en ella sus penetrantes ojos dorados, Miley sintió un escalofrío. Tras él, obediente como un cachorro, estaba el nervioso semental que la había tirado al suelo.
-¿Estás loca? ¿Cómo se te ocurre meterte en el desierto cuando han avisado que habrá una tormenta de arena? -exclamó, furioso-. Ven conmigo. No pienso dejar a Omeir aquí para que muera...
-¿Una tormenta de arena?
Nick acababa de subir al caballo y tiró de su mano para colocarla delante de él, en una maniobra que la hizo percatarse de su enorme fuerza y, sobre todo, de sus habilidades como jinete.
-¿No te das cuenta de que estamos en peligro?
Cuando el animal salió al galope, Miley vio con el rabillo del ojo el helicóptero abandonado en la arena. Estaban en peligro, pero él había ido a buscarla. El cielo estaba rojo y realmente daba miedo. Miley se sujetó a la mochila que llevaba sobre las piernas mientras Omeir galopaba a toda velocidad entre las dunas. El viento casi la impedía respirar y tuvo que inclinar la cabeza para que no le entrase arena.
Un rato después, abrió los ojos bajo el pañuelo con el que había intentado taparse la cara. Un aterrador muro de arena que llegaba casi hasta el cielo estaba frente a ellos. Apenas podía ver, pero intuía la silueta de una colina. ¿Podrían refugiarse allí?, se preguntó.
Unos segundos más tarde, Nick la tomó por la cintura para bajarla del caballo y Miley pensó que iba a dejarla allí abandonada porque pesaba demasiado.
Intentando mantenerse en pie bajo el azote de la tormenta, le gritó:
-¡Nick!
-¡Date prisa! -exclamó él, bajando del caballo. Solo entonces vio que frente a ellos había una cueva.
Miley entró con las piernas temblorosas. Omeir entró con ellos, el cuerpo cubierto de sudor. Hasta entonces, no había imaginado lo violenta y letal que podía ser una tormenta de arena. ¿Cómo iba a imaginarlo? Ella era inglesa. ¿Qué sabía del desierto?
-Uf, qué horror.
-Podrías habernos matado a los dos... podrías haber matado a Omeir. Aunque él conoce bien el terreno, estaba demasiado asustado como para encontrar el camino del palacio -le espetó Nick entonces, tomándola del brazo-. Ten cuidado. Aquí hay una pendiente.
El pasadizo se abría hasta llegar a una segunda cueva. Lo primero que Miley notó, aliviada, era que allí se podía respirar con normalidad. Después, escuchó un sonido como de agua.
Apenas podía ver lo que había delante de ella. Apoyándose en la pared con manos temblorosas para no perder el equilibrio, soltó la mochila y se dejó caer al suelo.
Lo último que esperaba era que Nick encendiera una lámpara de aceite y parpadeó, desconcertada. La luz iluminaba antiguos pilares de piedra y una especie de arroyo subterráneo que casi parecía una piscina. y también le mostró algo que en cualquier otro momento le habría parecido una situación de comedia: Omeir literalmente se escurrió entre las enormes piedras para entrar tras ellos y trotó para beber agua del arroyo.
-Obviamente, tu caballo y tú habéis estado aquí más veces.
Nick se quitó el turbante y se pasó la mano por el pelo rizado revuelto. Después, se inclinó sobre el arroyo para lavarse la cara.
-Veo que, a pesar del riesgo que acabamos de correr te permites el lujo de ser sarcástica.
Miley apretó los labios. Había sido un día muy largo y le dolía todo el cuerpo. Además, la cabalgada por el desierto había sido una pérdida de tiempo y él se atrevía a hablarle con aquel tono de jeque ofendido.
-Algún lujo tengo que permitirme. Te recuerdo que prácticamente me has secuestrado y que estoy en mi derecho de...
-¿Salir corriendo?
-No me has dado otra opción.
-Yo no te he obligado a nada. Tú aceptaste mis términos.
Por supuesto que había aceptado. ¿Qué iba a hacer, si estaba en juego la salud y la libertad de su hermano? Pero no había sido una elección, sino un chantaje.
-¿Tus términos? ¿Te parece normal obligarme a formar parte de tu harén? ¿En qué mundo vives, Nick?
-Dame una buena razón para pagar las deudas de tu hermano sin pedir nada a cambio.
Miley intentó no discutir. No serviría de nada. Desde el día que conoció al príncipe Nick ibn Zachir todo había salido mal.
-Después de lo que me hiciste el año pasado, no creo que hubiera sido tan difícil mostrar un poco de generosidad.
Nick levantó una imperiosa ceja.
-¿Qué te hice yo?
-Convertir el que debería haber sido el día más feliz de mi vida en una pesadilla. Ni siquiera sabes de qué estoy hablando, ¿verdad? -preguntó Miley, incrédula-. Estoy hablando del día de nuestra boda. Pediste mi mano, me puse un vestido de novia, algo prestado, algo azul...
-¿Algo azul? ¿Qué es eso?
-Cuando sabías que ibas a divorciarte de mí después de la ceremonia -siguió ella, sin contestar-. No habías cambiado de opinión repentinamente, lo tenías todo planeado. Me pediste que me casara contigo, pero todo era una mentira. Yo confiaba en ti y tú traicionaste mi confianza.
Nick dio un paso hacia ella, con los ojos brillantes.
-¿Cómo puedes acusarme de traición cuando tú habías conspirado con tu padrastro para chantajearme?
-¡Por supuesto que te acuso! -exclamó ella, dejándose llevar por la ira y la frustración que había sentido durante doce largos meses-. Me casé contigo enamorada...
-Pero no intentaste convencerme para que no me divorciase de ti
-¿Cómo?
-¿Me pediste que te perdonara?
-¿Perdonarme por qué?
¿Por qué y para qué iba a pedirle que lo perdonara? Ella no había hecho nada malo, lo creyera Nick o no.
Sissss lo ameee... awww
ResponderEliminarle declaro q estaba enamorada
jajaja hay sis me mato
lo de la crema anti arrugas
jajaja la vieja de la Delta
jajaja :') sube pronto sis
bueno seguimos por el MSN y...
no se q mas ponerte... SUBE OTRO PRONTO!!
ok ya... bueno todavia tengo q subir el otro capi... haci q mejor dejo de comentar... y a subir se ha dicho :D bye...
xfin subiste capis ya era hora bueno dejes de subir por q ya te dije q mi vida depende de esto jajaj tkm cande♥♥♥XD
ResponderEliminarwow , wow ! INCREIBLE EL CAPI!!! ESTA HERMOSA COMO SIEMPRE! Y PORSUPUESTO SEGUILA!!!!!jeje besos!
ResponderEliminaratte:agus
SIS DE MI ALMAAAAAAAAAAAAAA MI SIS PRECIOSAAAAAA YA PUEDO COMENTARRRRRR HAHAHAHAHA ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOOOOO EL CAP TE REEEEE ADOROOOO SIS.
ResponderEliminarTE QUIERO . BESOS.
Is baby perdón por comentar asta ahora esq mi compu anda lokiis awwww babyycuidate y me encantaroon los caapiiis te supeeer amoo coraazoon iidateee
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